En el devenir de los tiempos que corren, los niños no están exentos a los cambios vertiginosos que la sociedad presenta. Atender sus necesidades, sobre todo cuando hay una situación compleja, se torna un desafío que muchas veces las familias, pero sobre todo las instituciones, no están preparadas para afrontar.
En este marco, Gabriela Dueñas, psicóloga y licenciada en Educación, explicó que “muchos de los comportamientos por los cuales los chicos terminan siendo medicados son síntomas de problemáticas de carácter social, familiar, escolar; y otras tantas son simplemente conductas con las que hoy se nos presentan las nuevas infancias y adolescencias. Se patologiza, cuando en realidad muchas veces un niño padece, por ejemplo, situaciones de violencia familiar y a esto lo expresa en la escuela a través de determinado tipo de dificultades para prestar atención en clase”.
“Si no somos capaces de escuchar lo que nos está tratando de comunicar ese niño con esa dificultad le ponemos una etiqueta de ADD (trastorno por déficit de atención con hiperactividad, Attention Deficit Disorder, en inglés) y encima lo estamos sometiendo a la administración de drogas psicoactivas, como anfetaminas, y a programas de adiestramiento conductual. Estamos arrasando con sus derechos, lo estamos silenciando, y ejercemos sobre él una nueva forma de violencia, esta vez por parte de la escuela y de los profesionales que están en esta línea de trabajo”, agregó la profesional, quien fue una de las disertantes del las Jornadas Patologización y Medicalización de las Infancias y Adolescencias actuales y sus Derechos en Juego, que comenzaron ayer en La Vieja Usina en Paraná.
Por su parte, Adriana Granica, quien es psicoanalista, abogada y coordinadora el Comité Argentino de los Derechos del Niño en la Argentina, aportó: “Esto no solo pasa en el campo de la Educación, sino también y de modo permanente en el campo jurídico, cuando el chico está en medio de un conflicto familiar, de violencia o de abuso y no son escuchados; también cuando se los etiqueta aludiendo a que tienen TGD (trastorno deficitario del desarrollo) y se hace referencia a ese sujeto de derecho sin referirse a él por su nombre, sino que se le confiere identidad por su condición. Hay una tendencia a patologizar, judicializar y medicalizar rápidamente”.
Sospechar de este fenómeno
Frente a un tema tan sensible para la sociedad, Gabriela Dueñas sostuvo: “Cuando hacemos referencia a esto de patologizar y medicalizar, estamos hablando de un fenómeno donde se está silenciando a los niños con algunas prácticas que nosotros llamamos desubjetivantes, que son protocolizadas y llegan a nosotros a través de manuales descriptivos estadísticos de otros países, y que tienen por objeto tratar de resolver fácilmente, como por arte de magia, a través de medicamentos, de drogas psicoactivas, las distintas conductas con las que los chicos de hoy nos interpelan, por ejemplo, en las aulas”.
Esta problemática se aborda justamente en el marco de Ley de Salud Mental Nº 26.657, aprobada en 2010, que según explicó la investigadora, piensa a los niños, niñas y adolescentes con sufrimiento psíquicos de distinta índole, como sujetos de derechos. Se pone el énfasis en que para su atención se requiere un abordaje interdisciplinario. Al respecto, Dueñas aseveró: “Nos debemos involucrar los actores sociales que nos ocupamos de estas instancias, los profesionales de la salud mental, y sobre todo los docentes, porque no nos olvidemos que los niños están escolarizados la mayor parte de su vida y en este proceso de la patologización y la medicalización, la escuela es clave”.
Asimismo, indicó: “Este nuevo paradigma presenta a la discapacidad como algo no inherente al individuo, sino a la sociedad en que éste está inscripto, que no puede dar respuesta o adecuarse a las necesidades especiales que tiene este individuo porque nació con ciertas deficiencias sensoriales o psicomotrices, o porque está atravesando por determinadas circunstancias que le impiden adaptarse a las pautas de convivencia preestablecidas por la escuela”.
Gabriela Dueñas
“Se le atribuyen conductas a niños y adolescentes bajo la excusa de que son generadas por deficiencias de carácter neurológico y genético portadas por los mismos. Sin embargo, para eso nunca se presentan pruebas. En realidad los chicos están padeciendo un déficit de atención, pero por parte de la sociedad adulta. Todos esto favorece a los laboratorios”.
Adriana Granica
“La Ley de Salud Mental Nº 26.657 es considerada modelo a nivel internacional y propone un cambio de paradigma, pensando al niño o al adolescente con padecimientos mentales como sujetos de derecho y no como objetos de tutelaje, de encierro, de medicalización. Pero de nada vale recitar esta ley si no se pone en práctica”.
Construcciones interesadas
Tanto Gabriela Dueñas como Adriana Granica aseguraron que “la patologización y la medicalización de las infancias y adolescencias actuales se construyen sobre un tipo de discurso que está avanzando de manera avasallante y desmesurada, y esto es preocupante. Estas prácticas están impulsadas por los laboratorios medicinales a los que se suman otras corporaciones y actores sociales beneficiados por este tipo de propuestas, donde rápidamente se le atribuye a los niños problemáticas que en realidad son muy complejas y que nos involucran a todos”.
Dueñas fue más allá y afirmó: “Se le atribuyen estas conductas a niños y a adolescentes bajo la excusa de que son generadas por deficiencias de carácter neurológico y genético. Sin embargo, para eso nunca se presentan pruebas”.
En este contexto, indicó que “estos discursos biologicistas parten de recortes que se hacen desde determinados lugares de la ciencia y no tienen fundamento, sino que trabajan sobre lecturas que terminan induciendo a la comunidad a pensar que los que padecen deficiencias son los niños, cuando en realidad lo que están padeciendo es un déficit de atención por parte de la sociedad adulta, que no nos estamos pudiendo ocupar de atenderlos como se merecen”.