Lo primero que hay que aclarar, es que este chico no porta armas, o al menos no registra hechos cometidos con armas de fuego, un dato importante de señalar a raíz de confusiones surgidas porque uno de sus hermanos, a quien también identifican como “romero” o “romerito”, de 19 años, fue quien hirió de un tiro a un colectivero el año pasado.
Pero el caso de Romerito-Cabrera, que es el que nos ocupa, es bien distinto, la calificación de los robos de los que se los acusa, son por “escalamiento”.
Analizando su caso, podemos trazar una línea paralela con el de otro concordiense, que actualmente purga condena en el penal de Gualeguaychú, y que éste diario trató en su oportunidad; el caso de Marcos Aguirre Ver informe
Chicos que desde niños, se ven inmersos en un contexto delictivo, forzados a delinquir, por presiones del entorno o por dependencia a drogas duras, sin que exista tratamiento gratuito para este tipo de casos. Uno de los principales problemas se plantea cuando el menor vuelve a su entorno sociofamiliar. Si se comparan los casos, se puede ver un patrón y diseñar un protocolo, pero parece no estar en la prioridad de los organismos que deberían promoverlo.
LO OCURRIDO ESTE DOMINGO
Según precisó a este diario el jefe departamental de policía Daniel Schierloh: la policía tomó conocimiento de lo que estaba pasando a raíz de un llamado telefónico; los vecinos señalaron que una vivienda había sido violentada y tres menores, entre ellos “Romerito” corrían por la calle con las partes desarmadas de una computadora. “los vecinos los reconocieron porque son del barrio y fueron hasta el domicilio” señaló el jefe de policía destacando que “rodearon la casa pero los chicos se dan a la fuga con los elementos. Solicitamos la presencia del fiscal en el lugar, personal policial logró realizar la requisa de la casa y se secuestró un sillón que tenía relación con un hecho delictivo cometido con anterioridad en la misma vivienda”
Continuando con el relato, el funcionario que estuvo en el lugar señaló que “teóricamente los familiares solicitaron la presencia del abogado de la familia (Osvaldo Sarli) quien fue increpado por algunos vecinos y se retiró del lugar, una vez presente el fiscal Martín Scattini se logró apaciguar los ánimos y volvió la tranquilidad”
El coordinador del COPNAF, Fernando Rouger, es también vecino de ese barrio, y fue quien se comunicó con el fiscal y el jefe de policía, alertado por los demás vecinos: “estoy llegando a las dos de la tarde y me encuentro con un tumulto de gente y patrulleros, llamé al Jefe de Policía y a la fiscalía, los vecinos aparentemente querían lincharlo porque aseguraban que le había robado a una chica; yo traté de contener lo mas que pude a la gente y no pasó a mayores pero habían ido a buscarlo a la casa, después llegaron el jefe de policía y el fiscal, el chico no estaba en la casa ni tampoco los bienes que se buscaban” aseguró el funcionario
Consultado por la participación de Sarli en el lugar Rouger señaló que “los vecinos están indignados por el actuar del abogado del menor, incluso lo corrieron también y hubo unas publicaciones en Facebook de los vecinos que denuncian que todos los días Sarli llega hasta esa casa y uno no sabe porque motivo pero cada vez que hay un robo el aparece inmediatamente entonces la gente está muy indignada con el actuar del abogado; uno no lo puede acusar pero escucha la gente como está indignada”
En Cuando a “Romerito”, Rouger fue claro al insistir con el intento de promover su reinserción social, pero esta vez mediante una comunidad terapéutica en Rosario, ya que los informes del, equipo técnico que lo asistió en su anterior internación afirman que el menor padece de adicciones. “Ahora él está con una medida de localización porque está prófugo, el estaba en Casa de la Paz y se había escapado el sábado, cuando la policía lo aprehenda pasará inmediatamente a nuestra disposición y será trasladado a la comunidad terapéutica”
LA HISTORIA DETRÁS DEL “PIBE CHORRO”
Según precisó Rouger en una nota anterior que este diario realizó, el chico de 16 años fue adoptado cuando era más pequeño por otra familia, pero luego su madre biológica reclamó nuevamente la tenencia, lo que generó una situación similar a la que se produce con padres separados. El chico alterna entre la casa de su madre adoptiva y la de su madre biológica, pero las posibilidades del COPNAF de poder coordinar medidas de contención solo están dadas con la familia adoptiva.
Para el funcionario el contexto familiar de este chico es complejo y favorece más a que él siga delinquiendo, porque se compone de familiares con condenas y antecedentes policiales, y la excelente relación con el abogado Osvaldo Sarli, que oficia de defensor de todos sus hermanos generando una atmósfera de defensa preestablecida, que genera la idea de impunidad, máxime en un menor de edad.
En este sentido, por supuesto que no se puede acusar a un defensor por ejercer su oficio, pero lo concreto es que esta realidad genera más garantías para que el chico siga delinquiendo que para lograr una inserción armoniosa de éste con la sociedad.
Rouger señaló además que “Ya en otra oportunidad la justicia había tomado esta medida (internación), fue después de una serie de hechos en los que estaba imputado este chico y corría peligro su vida. En ese momento se tomó una medida de protección basada en el derecho a la vida, y el abogado presentó un Habeas Corpus que fue denegado”
Según refiere el coordinador de Copnaf, “el nene fue adoptado en su momento cuando era chico, pero después se presentó la madre biológica, que ya para ese entonces no tenía la patria potestad porque legalmente la tienen los padres adoptivos; y el nene hoy está saltando de un hogar al otro: este chico fue adoptado por una madre que colabora mucho con el Copnaf y trata de incluirlo, pero él por ahí se va con la madre biológica, donde el contexto es complicado porque sus hermanos ya tienen causas penales” y tienen un vinculo permanente con Sarli
Sin dudas el panorama no es nada sencillo y máxime si reconocemos el rol que pueden jugar allí los sentimientos de afecto lógicos que se pueden esperar en este tipo de casos.
Sin embargo, Rouger es tajante al señalar que para el Estado, nada bueno puede salir del vínculo con su familia biológica, y la acción del organismo es en la dirección de fortalecer el vínculo del chico con su familia adoptiva.
Porque detrás de cada pibe que roba o que se prostituye, o vende diarios en la calle, hay una historia, y a menudo oímos discursos de mano dura que parecen fundamentarse en la inexistencia de esas historias, en la negación de la humanidad del menor que delinque, es que vale la pena conocer los pormenores de estas cortas vidas, de estas experiencias que van configurando la identidad y personalidad, gustos y disgustos, intereses y valores de chicos muy chiquitos que están por su cuenta a la buena de Dios.
INTERNACIÓN INMINENTE
Por estas horas, la justicia ya decidió la internación de “Romerito” por su bien, e incluso por su vida, ya que varios vecinos de la zona intentaron agredirlo por segunda vez. Pero su abogado defensor no opina lo mismo, y sostiene el reclamo de libertad del muchacho.
Lo que podemos advertir, es que la fiscalía en este caso en particular viene demostrando un interés real en recuperar a este chico en lugar de simplemente castigarlo, aunque quedan claras cuales son las deficiencias del sistema de contención que, para casos como estos, no tiene como actuar. Y es que todos los planes de niñez están basados en la familia como garante inmediato de sus derechos y como institución primaria con la cual articular medidas. Pero para algunos chicos esa institución no existe o es incapaz de cumplir ese rol.
Según Rouger, “por lo que nos cuenta la familia adoptiva que lo contenía, el chico iba a la escuela y cuando se sintió presionado o cuando le pusieron limites, empezó a vincularse más con la familia biológica, nosotros lo que tratamos de hacer es trabajar con la familia adoptiva que es la familia que responde y está a disposición del COPNAF para sacarlo adelante”
Cabe recordar que cuando “Romerito” estuvo internado en Victoria, se adaptó formidablemente y concurría a la escuela sin problemas, lógicamente allí no volvió a cometer delitos ni registró mal comportamiento, pero una vez que regresó al contexto antes mencionado, volvió a aparecer en las crónicas policiales de los diarios. Solo que ahora ya no es un menor inimputable, y si reincide terminará en prisión. Donde el contexto es aún más complicado, y la reinserción social mucho más difícil.
Esa situación nos lleva a trazar similitudes muy profundas con el caso de Marcos Aguirre, que hoy sigue preso por no contar con un organismo donde pudiera rehabilitarse. Es el caso de varios pibes que configuran un patrón que está pidiendo a gritos un protocolo y nuevas instituciones.
No se trata de reprimir, se trata de adaptar las instituciones a los problemas actuales, empezando por reconocerlos.
Muy lejos de esta solución real, podría estar la disparatada idea de reforzar la policía con personal retirado, mucho más ligado a las fichas opuestas del tablero. Si para muestra vale un botón, no está demás recordar que la joven Mariana Romero, asesinada por su pareja el sargento de policía Fabián Cazas, era hermana mayor de este chiquito.