Carnaval Popular: Una Fiesta para divertirse y pensar

“Ojo al Piojo”

En su primer actuación fuera de Rosario, la Murga “Ojo al Piojo” de estilo uruguayo o coral, comenzó por hacer una adaptación del libreto, utilizando para ello los buenos oficios de uno de sus integrantes, un concordiense, que iba explicando o regionalizando el texto a medida que éste se producía, lo que por momentos, se asemejaba al poema El Explicado, de Les Luthiers.

Después de esa presentación, la Murga en pleno comenzó a pisar el escenario y con ésta, la fiesta. Los temas de las canciones, fueron aumentando el nivel de crítica social, conforme avanzaba el espectáculo, comenzando por cuestiones de moral y moralina, para inducir progresivamente al publico a mirarse a sí mismo; a nosotros mismos.

En el momento que a juicio de quien suscribe podría calificarse como el clímax de la noche (una verdadera genialidad). Los “ojo al Piojo” Deconstruyeron plataformas discursivas de control social que a menudo pasan inadvertidas: una escena, quizá la más brillante de todas, es encarnada por el director de la murga cual si se tratara de un ciudadano promedio, que camina por la calle rumbo al trabajo y entra en la psicosis de que será asaltado por un muchacho que camina por la misma vereda. “era cierto, esta es la realidad, y ahora voy a ser víctima de ella” piensa, se cruza de vereda, teme por su vida, la banda sonora y los iluminadores también hacen lo suyo para que todos y cada uno de los espectadores logre ponerse en el lugar de ese pobre hombre de camisa y tiradores que esta por ser asaltado, de pronto estamos dispuestos a todo para salvar nuestra vida (o nuestros bienes) y …

El muchacho siguió de largo, al final no iba a robarnos, “estaba yendo a trabajar”. Pero igual, pero igual ya está, ya tenés miedo, mejor quedarse en casa, encerrado en nuestra burbuja.

En su relato deconstructivo y por momentos dialéctico los rosarinos no dejaron títere con cabeza, y fue tema central del repertorio, la profundización de la brecha entre los que más y menos tienen, en la ciudad y la provincia gobernada por el socialismo.

Con una visión claramente antisistema, los “Ojo al Piojo” hicieron pensar y repensar mucho a los espectadores, acerca de la educación la norma y la normalidad, y de lo enferma que es la “normalidad”, ese consenso del orden establecido por condenar todo lo alternativo. A propósito del slogan de campaña de Hermes Binner, “un país normal”

También hubo críticas para el argentino de clase media que pelechó; en una suerte de combo del capitalismo donde el sujeto se olvida de sus convicciones, obnubilado por la posibilidad de comprarse un auto y una casa en Punta del Éste.
Y por supuesto, una desopilante sátira de la clase dominante agroexportadora, que borró las carcajadas de la cara con un cierre tan crudo como real y vigente; en defensa de la tierra, y señalando la nociva utilización de agroquímicos y semillas transgénicas en la producción de soja: “Hay una plantita, un yuyito” comienza cantando uno de los murguistas para dar paso a una escena donde la soja es la que financia pero nosotros somos los que la comemos, y al final, medio de la vorágine del día, la rutina y la locura de comer brotes y otras yerbas, el protagonista se cae duro sobre el tablado, tieso, lo mató la soja.

“Corta la Bocha”

La Murga local Corta la Bocha fue la encargada de cerrar la noche, y lo hizo con una calidad destacable; tanto en la presencia sobre el escenario como en la pureza de las voces; limpias, dulces, profundas… El grupo fue mechando crítica y sátira, con fuerte contenido político, y aunque por instantes cayó en la fácil de repetir rumores y opinar sobre la vida privada de figuras públicas (espejo de nuestra Concordia paqueta). Supo salir de esos huecos con ingenio y astucia, introduciendo en el espectáculo, mensajes claros y posiciones tomadas, con fuerte crítica al gobierno nacional por el acuerdo con Chevron, pero reconociendole la libertad de expresión que hay hoy en el país.

La parada de esta murga en el escenario y la solides de algunos conceptos que se vierten en sus letras, permite sospechar en su favor, que esas patinadas por los resbalosos caminos de la crítica moralista, sean parte de un juego dialectico, que permite enganchar a un espectador más amoldado al sentido común (desde una concepción gramsciana) para luego enrostrarle el contraste de un cristal distinto, según el cual, lo que parece normal y moralmente correcto, es una verdadera calamidad. Un recurso, para llamar la atención del que se conmueve con lo grotesco, y sorprenderlo con una reflexión cruda y profunda en el medio de su frívola carcajada.

En otra de sus apuestas, la murga interpreta las frustraciones de un alquimista predispuesto a crear un candidato de para la gente; la búsqueda de un candidato que pese a los esfuerzos del alquimista sale siempre a contramano de sus proposiciones, desde un espécimen llamado Carlos Saúl, que se la pasaba haciendo promesas, a un jugador de futbol devenido en personaje de los programas de chimentos, los “Corta la Bocha” culminaron ese fragmento de su espectáculo con una alusión al Futbol, el mundial de Brasil, y el deleznable papel que jugara en otros tiempos el deporte de las masas, como cortina de la cruda y perversa realidad del terrorismo de Estado. De los mismos que nos habían sacado el carnaval. En la misma, un Maxi Lopez devenido como el propio futbol, se defiende alegando que no es culpa de los futbolistas lo que está pasando con el futbol, con la violencia, la banalización y todo aquello que lo vuelve cada vez más un negocio, que una diversión

Después una muestra de machismo explicito desata el disgusto de una de las integrantes de la murga, que se planta y canta a capela un discurso contra la violencia de género, el acoso y el machismo. Para dar paso a la reflexión final, posicionada en el librepensamiento y en una respetuosa deconstrucción de varios sistemas de creencias: “no me comí la manzana, ni me arrodillo hacia el Este…” comienzan cantando los “Corta la Bocha” para después poner a los mesías, ídolos y otras yerbas en el lugar del súbdito de otro ser aún más poderoso. “Somos la parte de una parte de una parte, de una simbiosis incalculable…”

Altamente recomendable para divertirse y pensar, y más allá de las cuestiones coyunturales o partidarias, que se oyeron señalar a varios espectadores, es dable destacar el valor dialéctico de las canciones que obligan al espectador a repensar conceptos que generalmente no se discuten, porque forman parte de lo establecido. Y eso, sin dudas, favorece a la cultura de los pueblos, fortalece el espíritu crítico, y con él, las posibilidades de cambiar la sociedad de la que somos parte.

La Santa Murga

Otra de las agrupaciones presentes en el Carnaval, fue la Santa Murga, una murga de estilo porteño de la zona Sur con un fuerte componente futbolero, por tratarse además de la hinchada del club Santa María, que trae su folclore y su mística barrial y que éste año, contó también con un discurso crítico que se sumaba a los parches y platillos, para recoger el guante de las otras agrupaciones. “nosotros hacemos la critica por la positiva, no como Clarín que es todo negativo” dispara el conductor de la batucada que se reconoce heredera de “los galanes de la Cantera” una de las primeras murgas de estilo porteño surgidas en Concordia, para defender en prosa simple pero sentida, la Asignación universal por Hijo, el plan progresar y otras políticas de Estado, reconocidas como valiosas para el sector social al que la murga pertenece, y que las otras agrupaciones no hablaron.

Ensamble de percusión

Hizo su presentación en la noche de ayer, un taller de ensamble de persución que se dictó en los últimos cuatro meses en casa de Piedra, en la Costanera, que fusionaba temas clásicos como “Oye como va”, de Carlos Santana o “Smoke on the water” de Deep Purple, con diversos instrumentos de percusión y una trompeta.

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