Madre de una victima de violencia familiar extrema relata cómo la pelotearon en tribunales y el COPNAF

BREVE HISTORIAL

En 2011, cuando la causa por la tentativa de homicidio contra Carlos Salva (35) llegó a juicio, Mara Nicules tenía solo 17 años, y estuvo internada durante seis meses en el hospital Masvernat. Los jueces fueron hasta su habitación para tomarle testimonio, y la joven, que hacía semanas había detallado cómo su pareja la roció con nafta y luego la prendió fuego estando ella embarazada, se retractó, dijo que Salva era un buen hombre y que eso había sido un accidente. El fiscal de la causa desistió de la acusación al ser el testimonio de la chica la prueba clave del caso.

En una nota concedida a DIAIROJUNIO, la madre de la joven Rita Carmen Gómez, relató la parte de la historia que ni la justicia ni la opinión pública conocen hasta hoy y que es sólo un 10% de las calamitosas falencias del sistema, que atentan directamente contra las victimas, y que se descansan en la mayor parte de los casos, en la ignorancia y la falta de responsabilidad de los operadores sociales en todas las esferas.

“Cuando él la prendió fuego a ella (2011), estuvo seis meses internada en el hospital y ellos volvieron porque por medio de un pastor evangélico, que iba al penal y después la visitaba en el hospital, le pasó el teléfono para que hablaran; Entonces ahí él (por Salva) le decía que había cambiado, que no la iba a lastimar más, que iba a ser un excelente hombre. Él le hizo muchas promesas, que le iba a dar el cielo y la tierra, y mi hija se las creyó todas”.

Éste dato aportado por la madre de la victima, demuestra cómo utilizando la mediación de los pastores evangélicos, el agresor burló la incomunicación que pesaba sobre él para interferir con la investigación, al coaccionar a su victima, prometiéndole un cambio de actitud hacia ella.

Salva fue absuelto por falta de mérito y volvió a convivir con su victima. La joven volvió a quedar embarazada y al como tiempo comenzaron nuevamente los maltratos, que comenzaron a agravarse cada vez más hasta devenir en un verdadero absolutismo intrafamiliar.

EL PEREGRINAR DE LA MADRE

“Mi hija venía a casa y me pedía auxilio porque ella sola no iba ni a la esquina. Y ella me pedía por favor que la ayudara” recuerda Rita con un tono desgarrador que deja entrever la impotencia que sentía.

“Yo voy a la (comisaría) Cuarta, hago la denuncia en agosto, pasaron dos semanas y yo voy a tribunales y pregunto qué pasó con el caso de la denuncia que yo hice. Entonces me dicen que yo no había venido a la primera citación. ¿Qué citación? Yo no estaba ni enterada, nunca nadie me informó que me citaron” se pregunta Rita indignada en una queja que es coincidente con lo que manifiestan a DIARIOJUNIO otras victimas de violencia de género.

“Entonces me dice el chico que estaba citada para ese día, yo llegué de casualidad porque la citación nunca me llegó a mi casa, fui arriba al juzgado 2 y las chicas que me atendieron me decían que tenía que traerla a mi hija, porque era ella la que tenía que hacer la denuncia, y yo le decía llorando que no podía, que a mi hija la tenían encerrada ¿no entendés lo que te estoy contando? Le decía yo, y me mandaron al psicólogo”

Según recuerda la mujer, esto ocurrió en el mes de agosto, “fui esa vez nomás a tribunales y cuando fui al COPNAF me mandaron a tribunales, me dijeron que ellos no podían hacer nada si iba antes a tribunales”

Para ese entonces Rita volvía a su casa y se acostaba a dormir con la sensación de no saber si volvería a ver a su hija al día siguiente.

En una oportunidad, habló con los operadores del COPNAF que están en el Hospital Masvernat, y tampoco le dieron respuestas.

“los de tribunales fueron a la casa, pero la amenazaron que le iban a sacar los nenes, entonces mi hija se enojó y los echó, pero ahí nunca más nada y los del COPNAF nunca aparecieron, los que aparecieron fueron los de tribunales, pero los del COPNAF lo único que hicieron fue mandar una citación a casa cuando Lafourcade ya tenía el caso” precisó.

CUANDO EL CASO SALIÓ A LA LUZ

Después de dos meses de que la madre de Marta hiciera la denuncia en la comisaría y fuera a pelearse con las secretarias del juzgado de familia, incluso después que fuera a hablar con el Copnaf, recién el 23 de octubre el caso llegó a manos de un fiscal ordinario del fuero penal, se trataba del mismo fiscal que había litigado el caso anterior en el que Mara fue victima de su pareja. “Fue suerte” dijo Gómez, “Dios me lo puso a Lafourcade, porque mire que me tuve que pelear con gente en tribunales y nadie me dio pelota”

Apenas el fiscal tomó el caso Salva fue imputado por privación ilegitima de la libertad, lesiones y amenazas calificadas y se ordenó su detención. Cuando la policía fue a detenerlo Nicules y sus hijos estaban en la vivienda. Fue ahí recién cuando la joven pudo ir a tribunales.

Pero el caso no llegó a manos del fiscal por los insistentes reclamos de la madre de Mara, ni por la denuncia en la comisaría, ni ante el COPNAF, sino porque, en un acto sumamente arriesgado y desesperado, la joven de 20 años se animó a escribir a las maestras de su hija, en el cuaderno de comunicaciones de la menor, pidiendo ayuda. El texto fue leído por las docentes el miércoles 23 de octubre y al día siguiente formularon la denuncia a primera hora. “es mismo día a las tres de la tarde me llamó el fiscal que viniera a tribunales a buscar a mis nietos y a mi hija” aseguró.

Según cuenta la mujer “después, cuando calló Lafourcade, ahí si a la semana aparecieron los del COPNAF diciéndome que me querían informar lo que pasó con mi hija, y yo le digo: ¿Qué me vas a informar si yo ya los tengo a cargo mío a mis nietos?

PEDIDO DE AUXILIO DESESPERADO

Indignada, Rita Gómez contó cómo fue que el caso de su hija llegó al fiscal que hoy investiga a Salva por delitos aberrantes: “Como yo fui a tribunales y nadie me hizo caso, ponía la mejor cara que tenía para poder llegar a la casa de mi hija porque yo no lo soportaba al hombre ese. Iba y la encontraba a mi hija en situaciones inhumanas, la veía sin dormir, él no se movía de al lado de ella, no nos dejaba hablar”

“el los golpeaba mucho a los nenes, la nena cada vez que iba a mi casa no quería volver, lloraba para quedarse conmigo. No la podía dejar porque mi hija salía afuera donde estaba él y volvía llorando para adentro porque no sé con qué la amenazaba, ella estaba sin dormir, pasó muchas noches sin dormir, por miedo a que el le haga algo a los nenes”

“Como ella no podía escaparse, no podía ni pedir ayuda, le mandó una carta a la maestra en el cuaderno de la nena, que iba una vez a la semana a la escuela pero esa vez que fue pudo llevar el mensaje” relató la mujer.

Ahondando en detalles, Gómez precisó que “ella la carta la mandó el día miércoles y las maestras el jueves a primera hora hicieron todo lo que tenían que hacer y ya para el jueves a las tres de la tarde me llamó Lafourcade y ya tenían todo hecho, esto fue el 24 de octubre”

EL COLADOR
Parte del relato de la madre de Mara, deja en claro la cantidad de casos de violencia que ni siquiera llegan a configurarse como causa judicial, o que se dan por solucionados por la simple imposibilidad de las victimas en concurrir a los edificios estatales que reclaman su presencia por citaciones que no siempre llegan a domicilio.

“Los del Copnaf mandaron a mi casa una citación para que mi hija se presente con los nenes. Ella tiene una bebe de seis meses, hasta el momento que le vino la citación tenía un nene de cuatro años que estaba quebrado, y él no la dejaba ir sola a ningún lado, pero aparte ¿cómo iban a ir en la moto ella con los cuatro chicos?”

“entonces yo fui al Hospital donde están los operadores del COPNAF y les planteo que no puede ir ella con los cuatro chicos porque ella no se puede mover, porque no vienen a buscarla, o manden los psicólogos a casa, porque ella no se puede mover. Hasta el día de hoy nunca aparecieron. Yo eso lo veo mal, como cuando salió mi hija del hospital, que salió de estar prendida fuego seis meses y que el COPNAF no le haya hecho un seguimiento, le hubieran puesto un psicólogo, no lo hicieron, por todos lados tenía que andar yo, mientras iba a trabajar y cuidaba de mi otra hija que es discapacitada” disparó.

En cuanto a la situación actual de mara y sus hijos, Gómez aseguró que están mucho mejor, “yo le estoy construyendo una pieza de material en la parte de atrás de mi casa, esta tarde iban a poner el techo, y le estoy tratando de poner todas las comodidades para que no se me vaya. Yo no tuve ayuda nunca, ni cuando estuvo quemada, que yo me quedé a cargo de los nenitos chiquitos, nunca tuve ayuda, nunca nadie movió un dedo, te digo la verdad yo estoy desilusionada hasta con el mismo gobierno” graficó.

En la misma línea, y muestra de lo profundo que lesiona la psiquis de la victima una relación violenta de este tipo, la entrevistada recordó que “mi hija le tenía un recelo al fiscal Lafourcade porque fue el fiscal de la otra causa y cuando ella lo perdonó (a Salva) Lafourcade se enojó, pero ahora, en frío, ella está muy de acuerdo con el fiscal porque entendió que en ese momento quería ayudarla, y la verdad que gracias a las maestras y a Lafourcade yo tengo a mi hija y a mis nietos, porque yo he andado y no me han dado pelota para nada, y el único que se preocupó fue él, si yo no tenía plata para moverme él venía a mi casa a buscarme en el auto para llevarme a tribunales” dijo la mujer.

Queda claro con este caso, así como en su momento lo graficara el caso Zapata, que el Estado, tanto desde el poder judicial como del ejecutivo, requiere de una serie de medidas especiales para poder darle respuesta a las victimas de este tipo de delitos, que por la forma en que se dan, producen una sensación de impotencia tan grande que las victimas no se animan a denunciar. Y para colmo cuando lo hacen, no siempre son escuchadas.

¿Que queda por hacer en función de esta realidad, si la única herramienta con que una victima puede contar para protegerse de su victimario, es inalcanzable?.

Si la medida necesaria en este caso era nada más que un vehículo con el que pudieran ir a buscar a la joven y acompañarla a hacer la denuncia.

Eso que para Rita fue tan extraordinario, que un fiscal la fuera a buscar con su automóvil particular, porque ni siquiera la justicia concordiense cuenta con vehículos para estos trámites. Tan barato que saldría, y sin embargo no se hace.

El caso debería interpelar al sistema, pero ¿Qué es el sistema? ¿Es solamente el código ritual que rige las acciones de esos organismos, su presupuesto y sus instituciones? Hay un elemento del sistema, un factor que altera en gran medida a todos los demás, que es el factor humano, lo que hacemos cada uno de nosotros, con el rol que nos toca en el reparto de tareas de una sociedad. Jodido es cuando de esas tareas no se cumplen y de ellas dependen; la vida y la muerte de muchas personas.

Nota relacionada: http://www.diariojunio.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=58015

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