“Si bien hay situaciones graves como en todo Concordia, tenemos un poco el mote de ser los más peligrosos”, admitió el párroco. “Queremos convivir de otra manera. Esa es la finalidad de marchar por la paz y la vida. Son valores que si tomamos conciencia realmente nos cambian la vida a todos y nos cambian la convivencia”, indicó.
Tres personas fueron asesinadas en 2013 en la zona sur. El primer hecho de sangre sucedió el 15 de abril en horas de la madrugada. Un hombre con antecedentes penales fue baleado en la esquina de Perú y Castelli, en el barrio Ex Aeroclub. Los investigadores creen que se trató de un tiroteo debido a un posible ajuste de cuentas. La víctima, identificada como Ariel Roberto “Lucho” Luna, de 31 años, recibió un balazo en la cabeza. Falleció días después en el hospital Masvernat.
Más acá en el tiempo, el 31 de julio, en calle Leguizamón (detrás de la cancha de Victoria) Alberto Montenegro de 42 años recibió un tiro en el pecho y falleció. La víctima saltó por el tapial con el objeto de defender a su vecino, Héctor “Ben” Báez, un personaje vinculado al delito a cuyo domicilio habían entrado intempestivamente dos o tres personas. Báez fue baleado y también falleció días después en el Masvernat.
A la inseguridad se le suma la venta de drogas. Servín sostuvo que, en la zona sur, los chicos dicen que se puede comprar “a dos manos”. “Eso trae aparejados situaciones de delincuencia para alimentar la adicción”, indicó. Según le manifestaron ayer, en Rosario con más de 1.000.000 de habitantes hay cerca de 800 bocas de expendio de droga mientras que en Concordia, con el 10 % de esa población, hay 400. El cura sostuvo que está mal “vender un porro” y por ello no se puede disculpar al “chiquito” pero hay que empezar a agarrar “las cabezas”. “Tenemos que ver donde se invierte ese dinero porque se lava después”, indicó.
A todo ello se le añade la repitencia, la deserción escolar y la formación de “barritas” para reñir unos contra otros por el control del barrio. El cura remarcó la responsabilidad del Estado en velar por los derechos de los vecinos a convivir en paz y que se respete la vida. “Hay que ver las herramientas para abordar estos problemas que duelen, que deterioran, que hacen daño, que perjudican”, indicó.
Al mismo tiempo, aseguró que la solución no es “entregar dinero y entregar dinero” en referencia al asistencialismo siendo que no se ven los resultados. “El asistencialismo es la perversión de la asistencia. En lugar de ser la respuesta de emergencia se vuelve un problema”, señaló. “Se cree que los comedores son la solución al problema: en absoluto”, añadió.
“O Concordia se vuelve habitable para todos o se vuelve insoportable para todos. Tenemos que tomar conciencia de que entre todos tenemos que hacer algo”, advirtió.