ARANDANOS: Por los bajos precios estaría a punto de terminar la cosecha

Según especificó el productor, el granizo provocó una perdida estimada de 3 millones de kilos, lo que incidió positivamente en el precio de exportación durante el mes de octubre. Esto le permitió cosechar durante este mes y principio de noviembre pero ya con los valores actuales “es prácticamente imposible”.

Sumado a esto, Montenero señala los problemas lógicos de tener tercerizado el servicio de comercialización. “Pasa lo mismo arriba que abajo; lo que hace el contratista con los cosecheros lo hacen algunas comercializadoras con nosotros” graficó.

Además habló de la necesidad de invertir en las quintas “para estar mas tranquilos” con estructuras simples como la malla antigranizo: “No necesitamos subsidios pero si créditos accesibles con baja tasa de interés, para salvar la actividad porque hay productores jóvenes que están queriendo vender la quinta” apuntó.

CIERRE PREMATURO POR EL BAJO PRECIO

Una de las características principales de producir arándano es que se depende mucho del precio de exportación, debido a que no es un producto que tenga buena inserción en el mercado interno. Por este motivo, si no es negocio exportar, generalmente la fruta se queda en la planta y con esto se pierden miles de empleos de cosecheros.

Según explicó Montenero, el problema este año fue que “normalmente cuando entra noviembre los precios bajan, en octubre por la falta de fruta en los mercados de consumo los precios siempre son mas altos, pero este año ha habido un suceso extraordinario que fue la gran granizada que sufrió la región y esto provocó cambios, entre ellos, una pérdida de frutos muy importante, algunas fincas perdieron el 100% de su producción, otras perdimos un porcentaje que está en el orden del 70 u 80%, y otras fincas que no fueron tocadas por la manga de piedra”

Esta perdida, que según estimaciones “andaría en los 3 millones de kilos -lo que sería un 30 o 40% de la producción de la zona- junto con cuestiones climáticas de Tucumán (otra provincia productora) y en Chile, donde salieron demoradas, provocó un alza del precio en el mes de octubre”.

Según refiere el productor, esa suba mejoró la situación de los productores que tienen fruta y “ayudó un poquito a los que tenemos un poquito de fruta, pero igual la gravedad de la cuestión demanda el rápido decreto de emergencia económica que està demorado y no sabemos porqué”.

Según Montenero, hay muchos campos que no están en producción y otros “que vamos a parar seguramente en los próximos días, quizás una semana más, algunos esta misma semana con la lluvia que se avecina, porque el problema es la caída de precios. El precio hoy se derrumbó, se ha derrumbado y ya se acerca a un precio de indiferencia” apuntó.

EL ROL DE LAS COMERCIALIZADORAS

Para ponerlo en números, Montenero explicó que el precio que les ofrecen las comercializadoras por la fruta está “entre U$3,50 y U$4,00 dólares, el kilo de fruta, y esto visto desde nuestra realidad es un precio casi de indiferencia porque, un kilo de arándano puesto en la planta le cuesta al productor durante el año entre U$1 y U$1,50 y hoy el gasto de cosecha a los que estamos afectados por la piedra supera los U$2,50, algunos U$3,00 por kilo, por la separación de fruta, la perdida y descartes enormes. Quiere decir que si sumamos ambos costos no conviene sacar la fruta en estos valores”

Otro dato importante que afecta al sector, tiene que ver con la transnacionalización del comercio exterior, ya que una misma comercializadora, le compra fruta tanto a productores concordienses o tucumanos como a los chilenos, lo que deja a los productores en medio de las especulaciones de los intermediarios.

“Nosotros –dice Montenero- no somos comercializadores, oímos la voz de las comercializadoras: ellos nos dan el precio que convienen con el cliente; en este negocio como también ocurre con otras frutas, los productores chicos y medianos no tratamos con el cliente final de Estados Unidos ni con el europeo. Ellos nos visitan, recorren la quinta, se fijan si les gusta la producción y la comercializadora, que es la que intermedia, se lleva la fruta y después nos trae el resultado de la operación que hace, pero sin más. Nosotros en realidad no sabemos mucho de la operación, no sabemos si es como nos dicen o no, es un negocio de fe digamos, porque es un negocio a ciegas. Muchas veces se inicia una campaña con un precio estimado que no se mantiene y esto nos afecta. Es una cadena con una fuerte repercusión social, porque son cultivos que demandan mucha mano de obra y si se cierra antes de lo estimado una cosecha, se queda mucha gente sin trabajo” destacó.

LA ALTERNATIVA
Consultado respecto de que alternativa podría paliar este problema, Montenero señaló un proyecto que está en carpeta, para conformar un ente mixto comercializador, del que participen los productores pero también el Estado, y que comercialice a través de cancillería de la Nación. Esta herramienta otorgaría al sector el poder de competir y fijar precios con un interés situado.

Es decir, poner la producción regional al servicio de sus propios intereses, porque el poder de oferta también determina el precio de exportación, y si toda la fruta de la región es comercializada por un ente con participación del Estado y los productores, que la oferte y venda exclusivamente en función de los intereses de los productores regionales, seguramente los resultados serán mejores que los que se obtienen actualmente, donde las comercializadoras son grupos privados con una lógica transnacional, que compran tanto a productores de esta región como de otras provincias y hasta de otros países como Chile, y por consiguiente los términos de la negociación tienen que ver con lo que le conviene al comercializador más que con lo que le conviene al productor.

Para hacerlo más claro, el productor señala que, “lo que hacen los contratistas con los cosecheros es lo mismo que hacen las comercializadoras con nosotros”

La comparación viene a cuento de los casos que ha publicado DIARIOJUNIO días atrás, donde cosecheros son traídos de otras provincias engañados y son hacinados en galpones para cosechar por jornales miserables, cuando en realidad los productores abonan por ese servicio montos con los que podrían pagarse salarios bastante mas dignos.

“Tenemos un problema en la actividad que es el gran desorden que hay, yo tengo personal de cosecha que es ya de la quinta y todos los años trabaja conmigo, pero en ocasiones hay que cosechar mas rápido y necesito contratar, y no hay cooperativas de cosechadores organizados, lo que hay son estos contratistas que uno los ve que bajan del colectivo y tienen como una pequeña burocracia donde uno es el capataz, otro es el planillero, otro no se que hace, seguramente hay otro que alquila el lugar donde van a parar y todos cobran del trabajo de los que cosechan”

En este sentido, la falta de asociativismo tiene el mismo impacto en productores que en cosechadores. A menor grado de organización, mayor es la explotación de lo grandes sobre los chicos.

Con ese ejemplo claro, Montenero explica cómo se producen las mañas en una actividad donde los que mas trabajan no son precisamente los que mas cobran.
Así como el comercializador se queda con la mayor ganancia de la operación, porque los productores no tienen la infraestructura suficiente para comercializar su producción por si solos, de la misma manera los contratistas se quedan con el dinero de los cosechadores, porque éstos no logran organizarse en verdaderas cooperativas de trabajo donde se garanticen sus derechos y puedan discutir seriamente el precio de su servicio.

Para saldar estas injusticias, Montenero explica que en el proyecto que ya fue presentado al gobierno provincial, existen dos importantes iniciativas.
Una es la creación de un ente mixto comercializador, del que participen los productores y el Estado. La otra es la creación de un escuela permanente de capacitación para el cosechador, que además de la especialización en el oficio, forme a los trabajadores del sector respecto de sus derechos y les brinde herramientas que le permitan agruparse sin estar dependiendo de regenteadores o capataces.

De acuerdo a lo que explicó Montenero, en una reunión mantenida la semana pasada se avanzó en la segunda idea, y ya se está empezando a trabajar entre esta asociación de pequeños y medianos productores, el Sindicato Obrero de la Fruta y la Municipalidad, para la conformación de esta escuela de formación para los cosecheros.

INVERSIÓN

La entrevista fue larga y quedan aún muchos datos interesantes para el análisis de situación de esta actividad, que atraviesa actualmente una emergencia de coyuntura y otra más general, por lo que profundizaremos sobre el tema en los próximos días.

No obstante, vale señalar la situación de crisis del sector, que tiene que ver con la reducción de hectáreas plantadas que se viene dando en los últimos años. Esto tiene que ver con la rentabilidad de la actividad y mucho de esto es afectado por la irregularidad. Entre otras, la posibilidad que una granizada destroce la producción.

En este sentido Montenero plantea la posibilidad de un ámbito donde se aborden la problemáticas y se vaya buscando soluciones en conjunto con el Estado, a través de asesoramiento y de créditos blandos, para que los productores inviertan en infraestructura que garantice la continuidad de la producción, como por ejemplo la malla antigranizo, o la generación de valor agregado en la región.
“Hay productores jóvenes, que están por vender la quinta o dedicarse a otra cosa y eso es muy malo porque es mucho el consumo que se inyecta en Concordia con cada cosecha, esta es una actividad que demanda mucha mano de obra y si se pierden quintas se pierde cosecha y se pierde el jornal que el cosechero va y gasta en la ciudad” apuntó Montenero.

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