Respecto de la construcción de un nuevo hogar, César Nuñez, director ejecutivo de la UGL XXXIV, aseguró que el gobernador Sergio Urribarri: “ha trabajado fuertemente en la idea y le ha hecho llegar una propuesta a nuestro director ejecutivo, Luciano Di Césare”. Asimismo, añadió que hará “todo lo posible para impulsar la propuesta”.
En ese sentido, admitió que hace falta otro hogar de ancianos. “Siempre estamos con el privado porque con las Instituciones de Bien Público siempre están completos los lugares. Estimo que hace falta otro lugar. Sería muy bueno que tengamos un Hogar nuevo, moderno, con características que puedan ayudar a todos los adultos mayores”, indicó.
En el hogar Istilarth hay 30 adultos mayores que viven allí. La mitad son afiliados al Pami. “Estamos muy interesados en que rápidamente cerremos un acuerdo con el director del hogar. Nos ponemos a disposición porque a los más postergados tenemos que darles cobertura”, indicó Nuñez.
Tsiorlani explicó que las personas afiliadas al centro no tienen necesidad de ir a un hogar. Pero sostuvo que no desconoce la realidad socio-económica de la ciudad y además tienen en cuenta que hay muchas personas que no tienen un beneficio jubilatorio o cobran la jubilación mínima de $ 2600. A ello hay que añadir a quienes no tienen una familia que pueda hacerse cargo de ellos. “Todo eso hace a la necesidad de un nuevo hogar de ancianos”, indicó.
“La gente que no tiene cobertura reclama un hogar”, reiteró la vicepresidente. A medida que las personas envejecen, las fuerzas físicas y mentales entran en una situación de deterioro por lo que requieren una situación “más especializada, más contenedora y más humana”. Y lo precisa “tanto de la persona que dirige como de las personas que atienden a los adultos mayores”, sostuvo.
Ahora, la mujer hizo una distinción importante entre un hogar y un asilo y dejó claro que no la diferencia semántica no es secundaria para quienes tengan que ir optar por ir a vivir allí. “Hay diferencia en el estilo, los objetivos, los propósitos y el modo de organizar el hogar. Que eso no se convierta en un depósito de ancianos que están esperando que llegue la hora de la muerte sino que deben esperar sus últimos días con la dignidad que les corresponde a un ser humano”, indicó. Incluso, a veces los nombres disimulan una realidad diferente. “Hay algunos que se llaman hogares pero el trato es lo menos hogareño-familiar”, indicó.
En el Centro de Jubilados aseguran que hay lugares donde se los encierra a los adultos mayores. “En el imaginario popular y en el boca a boca existen lugares donde se interna al adulto mayor esperando morir. Y ese tiempo será más o menos cercano dependiendo del estado de salud física y mental que esa persona tenga”, indicó. Y el encierro puede llegar a acelerar el proceso. “Y eso es inhumano”, dijo. “No nos damos cuenta que en algún momento podemos llegar a tener la misma edad de esa gente y la no posibilidad de permanecer en nuestro hogar, con nuestro núcleo familiar, porque convengamos que el viejo, en muchos casos, molesta”.
En el Pami aseguran que están trabajando con la secretaría y el ministerio de Salud de la Provincia para que se auditen todos los hogares de ancianos en toda la costa del río Uruguay, jurisdicción de la UGL XXXIV. Las evaluaciones periódicas miden la calidad de la construcción, que cuenten con el personal adecuado como las enfermeras, asistentes sociales, médicos, etc.
“Nuestras auditorías son muy exigentes y solicitamos a cada institución, privada o pública, auditorías mensuales”, señaló Nuñez. La única institución privada con la que trabaja el Pami se ubica en calle Pellegrini, entre 1° de Mayo y Buenos Aires. Según sostienen en el centro de jubilados de calle Andrade, un adulto mayor que quiera ingresar no pude hacerlo en lo inmediato sino que debe anotarse en una lista de espera.
Otro hogar de ancianos con el que trabaja el Pami es el de Santa Anita. Allí ya concluyeron las auditorías que le correspondían al Pami por la cápita que paga por los afiliados que están internados. “Estamos elevando el pedido para que muy pronto pueda funcionar como una institución de bien público para que podamos hacernos cargo de la infraestructura que necesita esa institución de bien público”, dijo.
Pero además el Pami también audita los hogares de ancianos de Gualeguaychú, Arroyo Barú y Concordia. Asimismo están tratando de convertir en una institución de Bien Público una parte del hospital de Villa Elisa. “Tenemos 10 lugares ahí así que estamos avanzando en esta tarea”, indicó.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la situación en la que se encuentra el Hogar ubicado en el barrio José Hernández. El mes pasado, el concejal Alberto Zadoyko (FEF) presentó una nota en el Concejo donde puntualizaba que desde hace varios meses que empleados y ancianos del Hogar Juana Zarriegui de Isthilart reclaman por mayor atención y seguridad en el predio que ocupan. “Se producen diariamente hechos de violencia de jóvenes inescrupulosos contra los ancianos cuando éstos salen a tomar sol al frente del edificio”, manifestó en el escrito.
En otro párrafo, mencionó que el antiguo solárium del edificio, único lugar interno donde los ancianos pueden sentarse, “es objeto de constantes ataques con piedras los que causan daños materiales que no son luego arreglados por la administración, lo que, sumado a la antigüedad del edificio, hacen del mismo un establecimiento en estado de abandono”.
Asimismo, Zadoyko aseguró que los empleados también sufren la inseguridad del lugar, especialmente las mujeres. En ese sentido, hace dos semanas, los empleados tanto del hogar como del hospital de niños Ramón Carrillo iban a realizar una protesta por la inseguridad pero la suspendieron luego de que la Policía decidiese apostar en la puerta un agente en los horarios críticos: en el ingreso a las seis de la mañana y para quienes se retiran a la medianoche.
De todas formas, el edil reclamó la remodelación integral del edificio y requirió al Ejecutivo que interceda ante la Jefatura Central de la Policía de Entre Ríos a fin de que incremente la seguridad frente al establecimiento.
