Sr. Director del Diario digital Junio
Me mueve a escribir esta nota, los mismos propósitos que expresara el opinante Zuly Sorokin, el 25 de marzo del corriente año, en el portal del Diario digital Junio, con el título “¨Antes que sea demasiado tarde¨ sumándome también, a su preocupación por lo que señala como, “y mis recuerdos comiencen a borrarse y la memoria a fallar”.
La mirada hacia atrás, se ha considerado a través de los siglos una tarea no carente de riesgo. La suerte de la mujer de Lot (Génesis 19) resulta ser un apropiado relato, que nos advierte sobre las prácticas de algunos historiadores que solo reflexionan sobre imágenes petrificadas del pasado.
En general se reconoce, que conspiran contra la interpretación correcta de lo realmente ocurrido, no solo los olvidos, sino la carga subjetiva que opera sobre el investigador, a la hora de determinar las conexiones de sentido que le otorgan legibilidad a las acciones, para de este modo, poder explicarlas de manera causal. Y es en este terreno de la explicación, donde las palabras suelen trampear, y trampean, cuando se las utilizan descontextualizadamente.
Una palabra que debe despertar nuestro particular cuidado al usarla, ciñéndonos a las tragedias de nuestra historia, es la palabra “desaparecido”. Ello se debe, a que se requiere aclarar previamente el marco contextual, político, del que se habla.
Dada la “doble naturaleza” de las palabras, -una las que nos brinda el diccionario y la otra, el significado socialmente construido a lo largo de las vicisitudes compartidas- será menester luego, establecer ejes, que den cuenta de la contradicción fundamental que acompaña la experiencia vital y que la palabra “desaparecido”, refiere.
Las luchas populares han delineado los ejes esenciales sobre los que se asienta la “contradicción fundamental” de los argentinos; Democracia o dictadura constituyen la díada antagónica que ha estado presente a lo largo de nuestra historia, convirtiéndose en la contradicción fundamental por donde es posible otorgar legibilidad a las palabras, para el caso la de “desaparecido”, incorporándole el cúmulo de valores simbólicos y código sociales históricamente consensuados.
La palabra “desaparecido”, es una de esas palabras que no se satisfacen con el solo hecho de recurrir a las explicaciones del diccionario.
El significado, ese integrante de la doble naturaleza de las palabras, como suele señalarse, hay que buscarlo recorriendo la vida de nuestro pueblo. El más desprevenido de los ciudadanos nos dirá que, si bien un crimen es siempre igual de horroroso, su significación es totalmente distinta, si ha sido cometido a instancia de una mente criminal, o si responde a una estrategia de exterminio sistemático, urdida desde el Estado mismo.
Si fuera necesario ratificar esto, se podrá, en cada caso, observar las actitudes de las autoridades respectivas.
Dicho esto, vamos a la nota de marras.
El Dr. Juan Ingalinella fue asesinado, presumiblemente entre la noche del 17 de junio de 1955 y la madrugada del 18, hay algunos testimonios que señalan que a la 1,30 estaba con vida, en los altos de la ex jefatura de policía de Rosario.
El gobierno provincial, de inmediato inicia la investigación, interviniendo la policía de Rosario, nombrando un nuevo jefe, mientras una junta de peritos forenses, dictamina que la firma con que se pretendía justificar la puesta en libertad del Dr. Ingalinella era falsa.
El 27 de julio, a escasos días de ocurrido el hecho investigado, el Interventor Federal, Capitán de Navío Ricardo Ansorena informa a la población que el Dr Ingalinella había sido asesinado. Del resultado de la investigación, son identificados todos los culpables, detenidos y confesos del crimen y como resultado de ello, se les dictará el procesamiento correspondiente, y tiempo después dará lugar a las también, correspondientes condenas, que cumplirán en las unidades penitenciarias locales.
Todo lo relatado, crimen, investigación, confesión de los culpables y procesamiento ocurrió en breve término de días.
No es cierto luego, lo que señala el autor en cuanto a que: “Lozon y Monzon años más tarde son apresados y juzgados”, fueron apresados de inmediatos y el Juez Carlos Rovere les dictó, de la misma manera, la prisión preventiva. Decimos esto, porque es necesario destacar el valor de las instituciones democráticas, máxime cuando lo que estamos relatando fue realizado a horas del más horroroso de los ataques que sufriera la población, -mayor que el de la ciudad de Guernica, en el número de muertos-, como fue el bombardeo de la Plaza de Mayo, que muchos festejaron.
La muerte de Dr, Ingalinella, luego, fue un homicidio realizado, en democracia, por criminales, y no una desaparición como método sistemático realizado desde el Estado por una dictadura. Recordemos la reciente desaparición del compañero Jorge Julio López, testigo y querellante en la causa Etchecolatz.
Insistiendo, como nos lo hemos propuesto, en ceñir el análisis de los acontecimientos relatados desde la perspectiva que brinda tener en cuenta la contradicción fundamental de los argentinos, Democracia o Dictadura; tampoco es cierto, como señala el autor que, el gobierno del Dr. Aldo Tessio fuera el más democrático que tuvo la provincia de Santa fe. El Dr. Aldo Tessio llegó a la gobernación de Santa Fe por medio del fraude, porque ese fue el resultado de la proscripción de las mayorías populares. Integró la alianza de los sectores civiles junto a los militares golpistas, que gobernaron, indistintamente, en la “segunda década infame”, durante todo el período 1955-1973, así que mal se puede calificar a esta figura de democrática.
Otras aclaraciones: a) es posible que el Sr Zuly Sorokin, se haya referido a Joaquín Penina, cuando indica a Joaquín Panino, como el “primer desaparecido en esta argentina contemporánea”. b) En febrero de 1964 en el Salón Cerveceros de Rosario se enfrentaron grupos de asesinos rentados, que utilizaron un acto popular para dirimir sus diferencias, y de ninguna manera es aceptable hablar de “grupos de autodefensa”, como eufemísticamente el Sr Zuly Sorokin los llama. c) Es verdad que “el dirigente Dunda estaba en “uso de la palabra”, pero es mentira que diera alguna orden de atacar a nadie, ni siquiera es aceptable como posibilidad, según se sugiere en la nota, los asesinos traían consigo la orden de matar.
Recurriendo a pensar el pasado desde un marco conceptual que nos vuelva inteligible aquello que el tiempo se ha llevado, es lo que nos permite distinguir entre la desaparición forzada de personas como instrumento de aplicación sistemática por parte del Estado dictatorial, de los crímenes que pudieran producirse en democracia respondiendo a conductas antisociales; y también nos sirve para distinguir la fortaleza de la democracia que permanece en las aspiraciones de nuestro pueblo.
Prof. Lic. Rubén Héctor Dunda (rubendunda@hotmail.com)
Nota: Una mención especial merecen los Jueces Dres. Carlos Rovere, y Juan N. Vitullo. El Dr. Rovere Juez de instrucción de la causa Ingalinella, cumplirá un papel decisivo en el esclarecimiento de los hechos, quien luego de ser echado de la justicia por la dictadura setembrina, se convertirá en un destacado dirigente peronista y distinguido, luego, por sus valores humanos y cívicos con el nombramiento de primer Rector de la Universidad de Rosario designado por un Gobierno de la democracia. El Dr Vitullo será el que dicte la sentencia y también será echado de la justicia por otra dictadura. Pero eso ya es otra historia, lo que sí debo agregar, es que los homenajes de las instituciones provinciales y universitarias a las figuras de estos probos magistrados, se adeudan.