Homenaje a las Madres de Plaza de Mayo por cumplir 36 años de lucha

El origen (mensaje textual de las Madres de Plaza de Mayo: Su historia en primera persona)

Las Madres hemos recorrido un largo camino que se inicia un 30 de abril de 1977, en plena dictadura militar, a instancias de Azucena Villaflor de De Vincenti, cuando catorce mujeres hacen pública la “desaparición forzada” de sus hijos a través del accionar genocida del terrorismo de Estado.

Sobre la base de los principios de la Doctrina de la Seguridad Nacional, a partir del golpe militar perpetrado en 1976 en nuestro país, la violencia del Estado avanzó contra la vida y la integridad de las personas. Ya en 1974 y 1975 el accionar terrorista de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) durante el gobierno constitucional de Isabel Perón, provocó que hubiera alrededor de 2000 detenidos y desaparecidos.

En un principio nos preguntábamos “¿a vos te pasa lo mismo que a mí?”, no nos importaba, ni nos importa, la ideología, ni la religión, ni la condición social de cada una, marchábamos unidas en el desgarro por el dolor del hijo ausente, enloquecidas porque nos habían arrebatado lo más entrañable.

Con el tiempo el dolor se transformó en lucha y la lucha en resistencia activa que lejos de paralizarnos, nos movilizó y nos dio valor.

Comenzamos a construir nuestra identidad identificándonos por un pañuelo blanco, que luego llevó los nombres de nuestros hijos a fin de rescatarlos del anonimato, mediante la toma de un lugar público, la Plaza de Mayo. Comenzamos a girar alrededor de la Pirámide y este accionar se continuó todos los jueves de 15,30 a 16 h., gestándose así la histórica ronda de las Madres. Este espacio en el que actualmente se encuentran pintados los pañuelos blancos, ha sido declarado “Sitio histórico” por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Allí surgieron las primeras consignas que se gritaban al finalizar cada ronda, “Con vida los llevaron, con vida los queremos”, “Aparición con vida”.

La unión de las Madres trascendió lo individual, adquiriendo valor como movimiento de conjunto que supo enfrentar al terrorismo de Estado.

Los restos de las Madres vuelven para decirnos algo

También fueron víctimas de este accionar terrorista tres de nuestras primeras madres: Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, secuestradas en la Parroquia Santa Cruz en diciembre de 1977 por un grupo de tareas de la Marina. Supimos que fueron llevadas a la ESMA, torturadas y arrojadas vivas al mar.
El 20 de diciembre del mismo año aparecieron sus cuerpos en las costas de Santa Teresita, que fueron enterrados como N.N. en el cementerio de General Lavalle. En 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos, tres de los cuales correspondían a nuestras madres Azucena, Esther y Mari. Juntas se las habían llevado, juntas lucharon, juntas las mataron y juntas las devolvió el mar.

Línea Fundadora

Como en todo movimiento, hubo diferencias de criterio que fueron ahondándose hasta distorsionar los objetivos fundacionales. En 1986 se produce la división de la Asociación Madres, conformándose la “Asociación Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.”

Las Madres hemos marchado y marchamos convencidas de lo justo de nuestra causa. Quisimos saber qué había pasado con nuestros hijos. Exigimos que se nos dijera quién había decidido sus destinos, cómo, cuándo, dónde y por qué. Así continuamos con la ausencia dolorosa de toda una generación, ausencia con búsqueda sin respuesta.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Nuestras voces las hacemos conocer en el exterior. Como resultado de nuestros esfuerzos y el de muchos otros surge el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos, OEA, que fue elaborado en plena dictadura. Tal Comisión arribó a la Argentina y durante dos semanas investigó las violaciones a los derechos humanos ocurridos en el país. En su informe afirma “La Comisión ha llegado a la conclusión de que por acción u omisión de las autoridades públicas y sus agentes en la República Argentina se cometieron durante el período 1975 – 1979 numerosas y graves violaciones de fundamentales derechos humanos”. A partir de sus conclusiones, la Comisión recomendó “enjuiciar y sancionar, con todo el rigor de la ley a los responsables de estas muertes”, y con respecto a los detenidos-desaparecidos, informar circunstanciadamente sobre la situación de estas personas.

CONADEP e Informe Nunca Más

Ya en democracia, a partir de 1984, los miles de testimonios reunidos por la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas constituyeron la primera aproximación al conocimiento del horror. Se pudo probar que la política represiva había seguido un plan sistemático y así lo afirma el libro “Nunca Más” redactado por esta Comisión.

La democracia rompe el silencio y cada uno explica lo sucedido a su manera: “guerra”, “teoría de los dos demonios”, “excesos”, son expresiones de los represores que adquirieron mayor fuerza con el juzgamiento de las cúpulas de las fuerzas armadas durante el gobierno del Presidente Dr. Raúl Alfonsín.

Por estas diferencias de interpretación de lo ocurrido durante la dictadura, nos vimos obligadas a comprender y hacer comprender la verdadera naturaleza política, social y económica del terrorismo de Estado. Es así que entendimos que a partir del proceso militar, se impone en nuestro país, un modelo de concentración económica y exclusión social que aún hoy padecemos, por lo que consideramos que el terrorismo de Estado fue el brazo armado del poder económico.

Histórico juicio. Impunidad, rota al fin

El Juicio a las Juntas Militares fue la primera experiencia válida que concretó nuestro reclamo de Justicia. Pero desgraciadamente, estos caminos de Verdad se cerraron con las leyes de impunidad de 19856 y 1987 -“Obediencia Debida” y “Punto Final”-, impulsadas por el presidente Raúl Alfonsín, y con los indultos decretados por el presidente Carlos Menem, que beneficiaron en los años 1989 y 1990 a los militares implicados en el terrorismo de Estado.

Durante estos 30 años y como fruto de la lucha inclaudicable del pueblo junto a los Organismos de Derechos Humanos y la voluntad política de algunos gobernantes se han podido obtener importantes logros a nivel nacional e internacional. Uno de ellos es la anulación de las leyes antes mencionadas en el año 2003 por el Congreso de la Nación, además la Suprema Corte de Justicia de las Nación las declaró inconstitucionales.

FEDEFAM. La Convención.

En 1981 surge la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de detenidos-desaparecidos, FEDEFAM, de la que formamos parte junto con Abuelas de Plaza de Mayo y Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. Las Madres asistimos al primer Congreso en Costa Rica, en enero de 1981, y desde entonces integramos esta Federación comprendiendo los momentos terribles que vivíamos en nuestro país y en nuestro continente, considerando que ella podía colaborar difundiendo la voz y la denuncia donde nosotras no llegábamos.

En FEDEFAM comprendimos la necesidad de una convención, y nos pusimos en la lucha ante las Naciones Unidas, en la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, desde 1983. Muchos años nos demandó este anhelo y con gran tenacidad participamos en todas las reuniones que podían aceptar y aprobar nuestro pedido. Después de 23 años fuimos escuchadas junto a los familiares de otros continentes, expertos con actitud solidaria y compañeros de distintas ONG internacionales que estuvieron a nuestro lado. Después de tres años de trabajo intenso en el Grupo de Trabajo Inter-sesional, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba en Nueva York el informe de dicho Grupo, en septiembre del 2005 la Asamblea lo aprueba en Ginebra y por fin, en junio del 2006, las Naciones Unidas por unanimidad sancionan el borrador de convención, destacando el trabajo de las Madres a lo largo del tiempo transcurrido desde que se presentó el primer Proyecto de Convención.

Hoy debemos preocuparnos por que los países la firmen (reconozcan o acepten) y los cuerpos legislativos de cada uno la ratifiquen. Así podrá prevenirse la desaparición forzada bajo la vigilancia de un organismo Internacional como las NN.UU. y quizá lleguemos algún día a cumplir nuestro sueño. “No más Desapariciones Forzadas en el Mundo”. No más delitos de Lesa Humanidad.

En la Argentina se está trabajando para que los centros clandestinos de detención sean recuperados y convertidos en “Sitios de Memoria”. Se han recuperado entre otros el predio y edificios de la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada), cuyo ex Casino de Oficiales condensa la memoria y el horror de las funciones del predio entero: la detención clandestina, la tortura, el trabajo esclavo en ocasiones, el asesinato, la desaparición de los restos, la apropiación de niños. Los demás edificios empiezan a albergar el trabajo para una memoria veraz y constructiva.

Cabe destacar la labor de las Abuelas de Plaza de Mayo que han recuperado a 101 nietos y siguen, junto con muchos nietos recuperados, en su lucha por encontrar a los que aún desconocen su identidad y la mentira en que viven con sus apropiadores.

Merece un reconocimiento muy especial la labor llevada a cabo por el Equipo Argentino de Antropología Forense, que intenta devolver un nombre y una historia a quienes fueron despojados de ambos a través de su inscripción como N.N.

Se está confeccionando el archivo de la Memoria para preservar documentación, se han reabierto decenas de causas y hay 1.576 represores relacionados con causas de lesa humanidad. Los juicios se llevan a cabo con todas las garantías que ellos negaron a sus víctimas. Hay 89 represores sentenciados: 81 de ellos condenados, 8 absueltos, según información del CELS. Hay documentos sobre la represión enviados al Departamento de Estado norteamericano que han sido desclasificados y finalmente difundidos, pero se han recuperado pocos archivos guardados en la Argentina. Los represores mantienen todavía su pacto absoluto de silencio.

Los juicios cubren el país

Desde 2005 –en que la Corte Suprema de Justicia declara la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad- se han abierto decenas de juicios penales, se han obtenido 89 sentencias, condenatorias 81 de ellas. Entre estas, las de los policías Julio Simón “Turco Julián” en la Capital Federal y Miguel Etchecolatz en La Plata, sentencias ejemplares.

Uno de los principales testigos de esa última causa, Julio López, ha sufrido nuevamente el horror de “la desaparición” que aún continúa. Pedimos a los Estados Nacional y Provincial que cumplan con su indelegable responsabilidad de esclarecer la detención desaparición de un ciudadano argentino.

La dictadura apuntó a romper los lazos sociales y a pesar de eso y como continuación de la lucha de las Madres, las Abuelas, los Familiares y los Ex-Detenidos Desaparecidos, irrumpen en la historia en 1995 los H.I.J.O.S (Hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio), que introducen nuevas formas de exigir justicia y denunciar la impunidad. En 2002 también se formó la agrupación Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, que intenta una nueva narración de la historia a partir de sus vivencias como testigos pares de los hechos que padecieron sus hermanos.

También abrieron nuevos caminos los Juicios por la Verdad que se desarrollaron en algunas ciudades del país y los juicios penales en España, Italia, Francia, Suiza, Alemania, que sirven para el esclarecimiento del destino de miles de desaparecidos y abren las puertas para el necesario castigo. Además confirman el carácter de “crímenes de lesa humanidad” y establecen el principio de “justicia universal”.

Ni olvido ni perdón

Ya en democracia algunos sectores afirmaban –y hoy continúan haciéndolo- que nuestras actitudes podían provocar la disolución nacional y proponían, a través del olvido, “la reconciliación nacional”. Esto nos impulsó a pedir con mayor fuerza Juicio y Castigo afirmando que esto no es venganza sino simplemente Justicia.

Durante estos 33 años sigue vigente el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia, valores que se instalan en la sociedad como memoria colectiva. Esta Memoria es el resultado de una construcción conjunta que tiene como objetivo transformarnos en testigos de lo que pasó en nuestro país. A través de la palabra y nuevas narraciones, le damos a la Memoria el lugar que merece: la transmisión de la Verdad que permite una nueva revalorización de la historia a partir del horror vivido.

Nosotras, como organismo de Derechos Humanos, decimos No a la violencia pero, con la misma fuerza, No a la resignación. Nuestra acción fue, es y será una resistencia activa basada en el respeto a la dignidad humana por y para la vida. Es decir enlazamos el permanente pedido de Verdad y Justicia con las reivindicaciones actuales de los derechos humanos, defendiendo los derechos económicos, sociales y culturales de las personas y de los pueblos.

El tema del terrorismo de Estado entró en la vida de la sociedad con mayor o menor fuerza. Una parte importante de ella parecía enferma de amnesia, algunos fueron cómplices y otros indiferentes, pero la denuncia permanente de los organismos de derechos humanos y el compromiso de un sector importante de la sociedad permitió que los detenidos-desaparecidos dejen de ser N.N. como querían sus represores u como manifestara el dictador Jorge Rafael Videla cuando, consultado sobre el tema, respondiera: “los desaparecidos no son, no están, no tienen identidad”.

Nuestros hijos tienen nombre

Nuestros hijos son y están, todos tienen nombre y apellido, son Beatriz, Juan, Carlos, Irene, Susana…. y son los 30.000 que no sólo están en el recuerdo sino en la vida misma, en la construcción diaria de la memoria colectiva.

El tener memoria es luchar contra la impunidad, es rescatar de la fantasmal categoría de “desaparecidos” a los miles de seres humanos que, por aspirar a una sociedad verdaderamente justa y ejerciendo una militancia política y social, fueron secuestrados, torturados y asesinados.

Impulsamos la reconstrucción de la Verdad, unidas la vida y la militancia de nuestros hijos, sus proyectos y su participación política, que respondían a las opciones que cada uno había elegido. Formaron parte de una generación comprometida con la historia de su tiempo y de su pueblo, caracterizada por la solidaridad, el compromiso y la entrega.

Todos y cada uno de los detenidos-desaparecidos viven en la memoria de compañeros y amigos que compartieron su compromiso. También están presentes en los ideales de aquellas personas que, aunque no los conocieron, hoy siguen luchando por la dignidad del ser humano y de nuestro país, la educación, la salud, la justa distribución del salario en los sindicatos, en escuelas, en centros asistenciales y en tantos lugares más y, por sobre todo, están vivos en nuestro corazón y en el accionar cotidiano de nuestras familias y lo estarán por siempre mientras tengamos vida.

Agradecemos a todos aquellos que nos han acompañado en estos 33 años permitiéndonos mostrar la Verdad de lo sucedido, esa Verdad que alumbre y construya el presente, no permitiendo que el dolor paralice y el horror vuelva a repetirse. Este es nuestro compromiso por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

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