Ayer terminó la etapa de testimonios del debate, y a la salida del juicio había todo tipo de caras. Rostros desencajados, los del empresario Vicente Bioletti, sus familiares y abogados. Rostros un poco más relajados, buscando la salida del Tribunal Federal hacia calle Urquiza, los de Moncho Palavecino y su defensor. Rostro de resignación, el de José Sterz. La contracara era la del fiscal general, José Ignacio Candiotti, quien no podía ocultar una sonrisa. Era lógico: en la última jugada los imputados se enredaron, se complicaron, y su hipótesis se vio reforzada.
Un avión, una cocina
El 8 de agosto de 2011 cayó una avioneta en el campo de Vicente Bioletti, en la zona de El Brete. Mientras recorría el lugar, un policía encontró de casualidad un pozo ciego donde había bidones de acetona, un producto utilizado para la producción de droga, al lado de una casa abandonada. Entonces se desplegó un operativo de vigilancia e inteligencia durante esa noche en el campo.
Un efectivo de Toxicología vio a dos hombres que ingresaron en esa tapera y se retiraron en dirección al casco de la estancia, cargando bultos pesados. Otros policías, observaban escondidos lo que ocurría en la casa del encargado del campo. Vieron a dos hombres que llegaron en un auto, caminaron en dirección hacia la tapera y luego regresaron, se comieron un asado con el casero y se fueron, primero uno en el auto, y más tarde otro en un remís.
Al día siguiente se hizo el allanamiento al campo y a la tapera: encontraron 27 kilos de cocaína, tres de pasta base, gran cantidad de precursores químicos y varias herramientas, que conformaban la llamada cocina de cocaína.
La sociedad
Según la investigación, los dos hombres que llegaron al campo en un auto esa noche eran Claudio Luna y José Sterz, quienes fueron recibidos por Ramón Palavecino. Luna se fue en un auto, y la Policía lo interceptó en la ruta 18. Quedó detenido y luego fue librado, pero nunca más apareció y permanece prófugo. Sterz se fue cuatro horas más tarde en un remís, que también interceptó la Policía, y así quedó involucrado.
Además, la acusación entiende que Palavecino y Bioletti conocían y eran parte de la organización que producía droga en la tapera, dentro del campo del empresario agropecuario. Dicha casa abandonada y el casco de la estancia, junto a la vivienda del casero, estaban separados por 500 metros, pero unidos por un sendero y un cableado que suministraba energía eléctrica al laboratorio. Los tres llegaron a juicio, cuyo debate terminará mañana con los alegatos.
Las coartadas
Sterz dijo que esa noche que fue interceptado en un remís por la Policía, había ido a pescar con un amigo a la costa. De regreso se le rompió la moto e ingresó al campo de Bioletti a pedir ayuda, donde Palavecino pidió el remís para que lo busque. Sterz afirma que no tiene nada que ver.
Bioletti dice que no conoce a Sterz ni a Luna. Y que no tenía conocimiento de lo que sucedía en la tapera, ya que iba dos o tres veces por semana al campo, y circundaba solo la parte de la casa, el quincho y la pileta. Su hipótesis defensiva es que quienes fabricaban droga en su campo, se aprovecharon de Palavecino, por su ignorancia y consumo de alcohol.
Hasta que habló Palavecino. El casero dijo que su patrón, un par de años antes, le presentó a Sterz. Le dijo que lo deje entrar al campo, porque iba a cazar pajaritos. Contó que aquella noche del asado recibió a Sterz y a Luna, que mientras preparaba la carne ambos se ausentaron, y se puso a hacer el fuego. Luego los invitados llegaron con unos bultos, Luna comió, cargó esas bolsas en el auto y se fue; Sterz se retiró más tarde, en un remís.
Datos
* El casco de la estancia y la tapera están a 500 metros, y estaban unidos por un sendero y un cableado eléctrico.
* En el lugar se halló: 26,7 kilos de cocaína; 3,5 de pasta base; 134 kilos de material de corte y bidones de acetona.
“Bioletti me presentó a Sterz”
“Yo trabajé mucho con Bioletti. Es una familia muy buena conmigo. Hasta ese día (el hallazgo de la droga) éramos todos unidos, yo era uno más de la familia, me sentí muy mal cuando pasó todo esto. Cuando se iban de vacaciones me traían regalos. Él iba (al campo) a la tarde con su perra”, comenzó recordando Palavecino en su indagatoria.
Luego se metió en el tema: “Yo no andaba en la tapera, si hubiera sabido lo que había le hubiese avisado a Bioletti”, afirmó. Luego, dijo: “Bioletti me presentó a Sterz, que iba a entrar al campo a cazar pajaritos”.
Contó que la noche anterior al allanamiento recibió a Sterz y a Luna para comer un asado, que mientras él cocinaba se fueron del lugar y más tarde aparecieron con unos bultos y una prensa, hasta que después de la cena se retiraron.
Sin embargo, luego de hundir y desmentir a su expatrón, lo defendió: “No puede ser que Bioletti ande en eso (el narcotráfico)”, y dijo que antes había negado conocer a Sterz “porque pensé que así zafábamos”.
“Me siento vulnerable de Palavacino”
“No me había podido expresar libremente. Días pasados no me animé a decir ciertas cosas, por lo que mis familiares me recriminaron. Me siento totalmente vulnerable por Palavecino”, disparó el agroempresario Bioletti, y agregó: “Estoy pendiendo de un hilo de lo que él diga, él puede inventar algo para salvarse”.
Sobre el hallazgo de la cocina de cocaína, contó que se enteró porque Palavecino lo llamó, y le ordenó que avise de inmediato a la Policía: “Si yo hubiera tenido eso (la droga) no le hubiera dicho a que llame a la Policía, si nadie había visto el avión. Le hubiera dicho que haga desaparecer todo. Y Palavecino, en esto lo defiendo, fue inmediatamente a llamar a la Policía. Si no avisaba del avión, nadie se iba a dar cuenta”.
Bioletti sentenció: “A Sterz y a Luna no los conozco. En el penal supe que tienen antecedentes”.
“En el penal le pregunté a Palavecino, y me dijo: ‘Yo no sé nada, han abusado de mí, pasa que por ahí me chupo… no tengo nada que ver’. Entonces yo le creí. (…) Luego me entero por mis abogados que Palavecino después de un careo reconoció a las personas que estuvieron comiendo con él. Entonces dije: acá el apuntado soy yo. Decidí ampliar la declaración. Expresé mi miedo por estas cosas. Después que salí del penal, al poco tiempo mi familia recibió tres atentados”.
La mano negra detrás del juicio
El primer atentado que sufrió Bioletti fue una bomba molotov en su casa de Paraná. En el segundo le incendiaron la rueda y el motor de la camioneta. Al tercero lo recibió su hija, con una explosión en el porche de su casa. En todos los casos intervinieron la Policía y los bomberos. Hay “temor familiar a salir, no vivimos tranquilos. Tengo 58 años, nunca me pasó esto, siempre tuve una vida normal con mi familia. Ahora tengo miedo, tengo pánico”, afirmó.
“Por eso me siento vulnerable, Palavecino ya mintió una vez. No toma dimensión de lo que pasó. Era un buen empleado, pero me puede involucrar. Estoy recaliente, remal, tengo una puntada en el corazón”, dijo el contador.
El tribunal le preguntó por qué tiene miedo de Palavecino, si es quien más pasivo se mantuvo durante todo el juicio. “Cuando él cambió la declaración fue inducido, fue obligado”, respondió, y relacionó los atentados con las personas que están detrás del juicio, presionando para que Palavecino mienta y lo incrimine.
No se pusieron de acuerdo
La indagatoria de Palavecino fue interrumpida por el careo del casero con Bioletti, pedido por la defensa del empresario, por la contradicción entre ambos sobre si conocían o no a Sterz. Duró poco, pero fue intenso:
—Bioletti: ¡Moncho estás mintiendo!, ¿por qué me querés hundir a mí?
—Palavecino: No, no-, se limitó a responder, con la cabeza gacha.
