Ese intento de equilibrio sumamente inestable, con una base de sustentación endeble, concluyó cediendo el manejo de la economía al establishment económico fuertemente antiindustrialista e incumpliendo las promesas electorales (o peor aún: haciendo lo contrario de lo propuesto). Así es que, al amparo del Plan Conintes, movilizó con el ejército a los trabajadores en huelga; anuló las elecciones que ganó el peronismo, (sometiéndose a la voluntad de las fuerzas armadas que se oponían a su participación en las elecciones del 18 de marzo de 1962) lo que terminó precipitando su derrocamiento.
Entre los equipos de Frondizi que añora Macri, los que se desempeñaron en el área económica estuvieron: Emilio Donato del Carril ( 17-06-1958/ 24-06-1959); Alvaro Alsogaray ( 25-06-1959/ 26-04-1961) y su famoso “Hay que pasar el invierno”; Roberto Alemann( 26-04-1961/ 12-01-1962); Carlos Coll Benegas (15-01-1962/26-03-1962); Jorge Webhe( 26-03-1962/ 6-04-1962).
Alsogaray, Alemann y Webhe fueron funcionarios de dictaduras establishment- militares. Todos fueron conspicuos referentes del neoliberalismo con excepción de Donato del Carril que fue hombre del desarrollismo y que sólo permaneció un año en su cargo, lo que demuestra la endeblez de los sostenes políticos de Arturo Frondizi.
Era una época en la que el poder económico gobernaba con su equipo de servidores permanentes. Basta señalar que con el gobierno de su sucesor José María Guido, títere de las fuerzas armadas, fueron ministros de economía Federico Pinedo, nuevamente Alvaro Alsogaray, Eustaquio Méndez Delfino y Alfredo Martínez de Hoz.
Observando esta lista, se entiende fácilmente por qué Mauricio Macri se referencia en este gobierno y en este contexto, recordando que con una coherencia irreprochable ha elogiado al jefe de gobierno de la dictadura Horacio Cacciatore, consideró a Menem “el gran transformador” y Álvaro Alsogaray fue siempre uno de sus referentes económicos.
El 19 y 20 de diciembre estalló el modelo que abarca con escasas excepciones el período 1955-2001. De ese clivaje se recogieron dos mensajes: uno que había que cambiar acciones, programas y lenguaje que encarnó Néstor Kirchner; y el otro, surgido de las características marcadamente antipolíticas de esas jornadas históricas que representa Macri.
El hijo de Franco, como Menem, no necesita gobernar, porque sólo actúan como el envoltorio del poder económico. Mauricio puede dedicarse a viajar, cuidar a Antonia como Menem jugaba al golf, al fútbol, al básquet o conducía la Ferrari. Sus equipos políticos y económicos son los testaferros de las empresas. Los que pondrán las caras son personajes poco relevantes como Miguel del Sel o el increíble diputado salteño Alfredo Olmedo, hijo del rey de la soja, o aquel marcador de punta aguerrido, Carlos Mac Allister. Como se puede apreciar, un zurdo tiene lugar en el espacio PRO, aunque sólo lo sea de su pierna izquierda. Y si faltaba algo para farandulizar la política al mejor estilo menemista también intentan incorporar a la modelo Rocío Marengo
Macri y sus equipos son un ingreso al túnel del tiempo. Un regreso a un pasado que arrojó a la Argentina a su crisis más profunda. A un país gobernado por quienes se creen sus dueños y que lo han escriturado a su nombre: Sociedad Rural, Unión Industrial, AEA, Iglesia, medios de comunicación dominantes y hasta 1990 las Fuerzas Armadas.
Cuando Macri afirma que “hay que dejar atrás al pasado” se refiere a los juicios a los genocidas, a la aplicación de políticas populares, al Estado gestionador y controlador, a la política exterior con eje latinoamericano. Añora otro pasado, al cual dirige su discurso de conciliación con el poder económico del que forma parte y de enfrentamiento con los sectores populares en aras de una pretendida racionalidad económica. En política exterior, aspira a una remake de las relaciones carnales con el imperio.
Los eternos modelos en pugna que se alternan cíclicamente en nuestro país vuelven a dirimirse en el 2013 como un ensayo previo a las decisivas elecciones del 2015.
A Macri, Menem y Martínez de Hoz no sólo los une la M. También debería condenarlos la MEMORIA.