Mientras las soluciones para terminar con la debacle financiera de la Unión Europea (UE) y encarrilar su estancada economía siguen sin funcionar del todo, comienzan a surgir cuestionamientos internos a los organismos encargados de monitorear los planes de ajustes que varios países pusieron en marcha para sanear sus arcas.
En el texto, que dio a conocer la cadena CNN, Doyle dijo que su renuncia se debe a la «incompetencia» que demostró el FMI en la vigilancia de la crisis global y de la zona euro, así como a las «notables dificultades que en esta crisis, como en otras, fueron bien identificadas de antemano, pero ocultadas» por el Fondo.
Doyle afirmó que, «dados los excesivos períodos de gestación y los largos procesos de toma de decisiones internacionales» para atajar los desafíos globales, era esencial que el Fondo emitiera advertencias a tiempo a los líderes de la región, aun si ellos no las hubieran escuchado.
Aversión al riesgo
El FMI falló en la «debida vigilancia y advertencia» de la inminente crisis financiera, según Doyle, debido a varios factores, entre ellos, la aversión al riesgo analítico, las prioridades a las acciones bilaterales y la excesiva influencia europea, aspectos a su juicio cada vez «más arraigados» en la institución financiera con sede en Washington.
Doyle sostuvo además que el fracaso del FMI al no alertar a tiempo a los «vacilantes políticos» sobre el descalabro que se avecinaba desembocó en el padecimiento de quienes viven en los países afectados y en el riesgo de que la situación se agrave. «Las consecuencias son que sean muchos los que sufran, incluida Grecia -y el riesgo de que las cosas empeoren-, que la segunda divisa de reserva global esté al borde del precipicio, y que el Fondo en los dos últimos años haya estado corriendo de atrás y jugando papeles reactivos en esfuerzos de última hora para salvarla», dijo Doyle.