CASO PAPETTI : El juez federal Gustavo Zonis evalúa llamar a indagatoria a tres represores

La causa por la desaparición del concordiense Jorge Emilio Papetti, perpetrada durante la última dictadura cívico-militar, podría tener próximamente un avance decisivo luego de más de tres décadas de impunidad. Tres represores podrían ser imputados de este crimen de lesa humanidad que hasta ahora no tiene culpables

Las definiciones están ahora en manos del juez federal de Paraná, Gustavo Zonis, luego de un pedido de la fiscalía en base al testimonio de una víctima del terrorismo de Estado que compartió cautiverio con Papetti en tres centros clandestinos de detención de la provincia.

Este caso quedó fuera de la causa conocida como Área Concordia, que comprende las desapariciones forzadas de Sixto Zalasar y Julio Solaga y que por estas horas está siendo sometida a juicio ante el Tribunal Oral Federal de Paraná, incluida en la megacausa Harguindeguy. Por una cuestión de competencia la investigación pasó del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay al de Paraná, ya que fue allí donde Papetti fue visto por última vez.

En el marco de la causa que está denominada Denuncian comisión de delitos de lesa humanidad años 1976/1977 (expediente Nº 12.810), los fiscales federales José Ignacio Candioti y Mario Silva realizaron imputaciones contra los sospechados de ser responsables de la desaparición de quien por entonces realizaba el servicio militar obligatorio en el Regimiento de la Capital del citrus, y de dos víctimas de privaciones ilegales de libertad y tormentos. Los sospechosos son dos exmilitares y un exmiembro del Servicio Penitenciario, cuyos nombres se mantienen en reserva para no entorpecer la investigación.

Las tres víctimas fueron secuestradas en marzo de 1977 en Concordia y llevadas al Regimiento de Caballería de Tiradores Blindados 6 de esa ciudad, donde comenzaron a ser sometidos a torturas y tratos inhumanos. Luego fueron trasladados al CCD que funcionó en el Escuadrón de Comunicaciones de Paraná y luego a la Unidad Penal Nº 1, donde eran torturados en la Unidad Familiar.

Ahora el juez Gustavo Zonis debe resolver si hace lugar al pedido de las tres indagatorias formulado por los fiscales y, en su caso, fijar las fechas para las audiencias respectivas.

Por el testimonio de un compañero de cautiverio de Papetti, se presume que falleció a causa de los tormentos y los maltratos que sufrió, estando detenido en la cárcel de Paraná. Ese testigo, a quien Zonis escuchó por videoconferencia en octubre de 2010, indicó que pudo ver al joven desaparecido cuando ambos todavía estaba detenidos ilegalmente en Concordia y le llamó la atención su tos persistente. Lo vio “muy deteriorado, con el pecho hundido, los ojos vendados y tosiendo permanentemente en una forma muy fea”.

Luego de eso, ya no lo pudo ver, porque permaneció encapuchado, pero en todo momento lo escuchaba toser de la misma forma. Así fue en los calabozos de Comunicaciones. Luego, en la Unidad Familiar de la UP 1, cuando esperaba el turno para ser torturado, volvió a oír la tos hasta que de pronto no la escuchó más. Entonces pudo percibir estertores, golpes en el pecho, insultos y la intervención de alguien a quien le decían “doctor”. El testigo presume que Papetti falleció en ese momento.

En el libro El escuadrón perdido, de José Luis D’Andrea Mohr, se relata que el 20 de abril de 1976 Jorge Emilio Papetti, hijo de italianos, fue incorporado como soldado conscripto al Regimiento Caballería de Tiradores Blindados 6, en Concordia. El 16 de marzo de 1977, casi ya de baja y ascendido a dragoneante, fue detenido dentro del regimiento mientras estaba de guardia. Algunos de sus compañeros oyeron sus gritos de protesta cuando se lo llevaban y alertaron a las padres.

Al día siguiente el padre del dragoneante se entrevistó con el teniente coronel Naldo Miguel Dasso, jefe de la unidad, en presencia del segundo jefe, mayor Osvaldo Antonio Larocca. Dasso explicó que el dragoneante Papetti, sospechoso de extremismo, había sido trasladado a otra ciudad “por órdenes superiores” pero que, a la altura de Villaguay, se había fugado después de haber obtenido permiso para ir al baño en una estación de servicio. El oficial no dio más detalles, y el padre, angustiado, llevó el caso al Juzgado de Instrucción Nº 1 de Concordia, a cargo del doctor Oscar Satalía Méndez.

La falsedad de lo manifestado por Dasso quedó al descubierto por la declaración posterior del sobreviviente. Ahora se espera que la investigación comience a avanzar.

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