Pensar la enseñanza: discutir la calidad

El debate por la calidad de la educación debe ser, necesariamente, una apuesta por la escuela pública y por el acceso a la educación media y superior, ya que la dimensión de justicia social desde una perspectiva democrática es inseparable de ambas cuestiones. El modelo que se viene construyendo, en este tiempo, implica un compromiso ético-político desde la educación con la inclusión y la masividad. En este sentido, el debate por la calidad debe ser contextualizado en relación con un sistema abierto, que sigue incorporando a más niños y jóvenes “nuevos y diferentes”, con saberes y lógicas de conocimiento que desbordan el marco institucional y que, por tales motivos, reclama una mirada integral tanto de la formación de los alumnos como de los docentes.

Los cambios introducidos recientemente en el sistema educativo (las leyes de educación, la promoción del nivel inicial, la reformulación de la escuela secundaria y su obligatoriedad, el desarrollo de las escuelas técnicas y agrarias, una inversión que ha perforado el techo del 6,40 por ciento del PBI, la mejora de los salarios docentes, el impacto de la Asignación Universal por Hijo y el plan Conectar-Igualdad, entre otras cuestiones) nos ponen en una posición claramente distinta y privilegiada para enfocarnos en este debate y afrontar el desafío de mejorar la enseñanza y el aprendizaje. La Universidad Pedagógica (Unipe) se inscribe en este proceso, ya que, tomando como punto de partida las necesidades de la provincia de Buenos Aires, de los cerca de 319.526 maestros y profesores que educan a aproximadamente 4.620.867 alumnos tiene como objetivo potenciar la formación de los docentes, directivos y funcionarios del sistema educativo.

Dentro de ese marco conceptual, y asumiendo una perspectiva ampliada y situada de la calidad educativa, la formación docente continua debe ser capaz de potenciar la construcción de sujetos críticos, de intelectuales especializados frente a campos disciplinarios que están siendo reconfigurados permanentemente, con una actitud abierta y participativa, de compromiso con su comunidad y con el cambio y de interés por la cultura. Se trata, por lo tanto, de una formación centrada tanto en los contenidos de las disciplinas como en la forma en que éstos se transmiten, que incentive la investigación y la reflexión crítica sobre la práctica. Una formación que permita construir puentes para hacer inteligibles las transformaciones que nos están ocurriendo y que demandan la creación de nuevas categorías (en lugar de persistir en el uso de categorías “zombis”). Capaz de facilitar el tránsito hacia nuevas formas de la práctica, hacia nuevos horizontes de conocimientos, hacia otras concepciones educativas, alimentadas por posiciones filosóficas, sociológicas, políticas y tecnológicas que son emergentes de nuestra contemporaneidad y la problematizan. Una formación continua integrada, necesariamente, a un conjunto de condiciones laborales que jerarquicen el trabajo docente como uno de los ejes estratégicos de las políticas educativas.

Por Adrián Cannellotto – Rector de la Universidad Pedagógica de la provincia de Buenos Aires.

Entradas relacionadas