El impacto de la reapertura del tránsito internacional se sintió con más fuerza en las estaciones de servicio, los hoteles y restaurantes de ambos márgenes, aunque el incremento de la actividad no fue inmediato.
«La reactivación se advirtió de manera sectorizada, más que nada en la gastronomía y hotelería. Inicialmente había desconfianza de la gente de Fray Bentos. Lentamente se fue normalizando la situación y hoy hay más flujo entre ambas ciudades», reveló a La Nación el intendente de Gualeguaychú, Juan José Bahillo.
Pese a que el turismo es uno de los pilares de su economía, la ciudad del sur entrerriano pudo amortiguar el impacto del divorcio con los vecinos fraybentinos debido a la diversificación de sus movimientos comerciales.
Las actividades ganaderas y cerealeras, sumadas a la fuerte incidencia del parque industrial -con manufactura pesada y fábricas alimenticias exportadoras- permitieron a la localidad entrerriana paliar la interrupción prolongada del comercio con Fray Bentos.
En la orilla oriental, el golpe se sintió con más fuerza. Durante la interrupción del tránsito, la economía de ese lugar se estancó, de manera que con la reapertura del puente el impacto positivo se sintió de modo más inmediato y decisivo. Las Cañas, el principal balneario de Fray Bentos, está registrando buen nivel de concurrencia y mucho de sus visitantes son entrerrianos.
«Es numerosa la concurrencia; durante los fines de semana se habla de 12.000 a 15.000 personas», dijo el presidente de la Asociación Comercial de Fray Bentos, Leopoldo Cayrús.
Cumplido un mes de la finalización del corte de ruta -la barrera antipastera se levantó el 19 de junio último-, Cayrús había declarado al sitio Impulsos, de Rosario, que las vacaciones de invierno en la Argentina habían generado el primer signo positivo de reactivación, pero que el piquete dejó una pérdida global de 600 millones de dólares para el sector comercial fraybentino durante los tres años que no hubo paso habilitado.
