El vicepresidente del Grupo Clarín arma su propia represa para regar sus campos

La represa que se levantará con el visto bueno de la gobernación y la legislatura correntinas, se llama Ayuí Grande y puso en alerta a los vecinos de la zona, que salieron a advertir de la operación comercial en marcha. “Es una locura que se permita este tipo de emprendimientos. Sólo hay antecedentes de obras similares cuando el Estado las realiza como obra pública, en beneficio de toda la población, para proveer electricidad, por ejemplo. Pero en este caso, son dos empresarios que se apropian de un río solamente con ánimo de lucro”, denunció el biólogo Aníbal Parera.
En la nota publicada ayer por Tiempo Argentino, María Vallejos, una de las vecinas que cuestionó el emprendimiento dijo que al principio fue casi imposible que los medios de comunicación tomaran en cuenta el reclamo. “Las empresas hicieron una campaña publicitaria impresionante. Hasta le prometieron 100.000 pesos al hospital local. Son intereses muy poderosos los que hay detrás. Somos conscientes de que estamos dando una batalla muy desigual”, explicó, al detallar la estrategia empresaria.
En esa jugada mediática talló también el Canal Rural, que tiene entre sus accionistas al Grupo Clarín, que –según precisó el matutino– en 2008 “censuró un programa de Luis Landrisina donde entrevistaba a Enrique Lacour, presidente de Fundación Iberá, la principal ONG que se opone a la construcción de la represa”.
Lacour agregó un dato más: “Para que semejante proyecto les cierre tienen que obtener electricidad a bajo precio. Porque con el uso de combustible el negocio no les daba. Entones convencieron a la provincia y a la Nación y lograron construir una estación de rebaje de la línea de alta tensión de Yacyretá que va hacia Buenos Aires, con la excusa de que se abastecía de electricidad al pueblo de Mercedes”. Detrás del emprendimiento arrocero se encuentran las empresas Copra S.A., cuyo titular es el vicepresidente del Grupo Clarín, José Antonio Aranda, y Adecoagro, de George Soros. Ambos son vecinos en sus campos, que están separados por el arroyo Ayuí y quieren embalsar para aumentar el regado de sus terrenos y multiplicar la producción de arroz.
Según lo previsto, el paredón que contempla la construcción de la represa unirá a los dos empresarios y permitirá regar unas 20.000 hectáreas de las 70.000 que ambos tienen sobre la costa del espejo de agua. La mayor parte de la producción se exporta a Venezuela y Brasil.

El impacto. El contador y operador de Aranda en Mercedes, Ricardo Freire, defendió la iniciativa y advirtió sobre “ciertos sectores que generan información distorsionada”. Agregó: “No es un problema producir alimentos, todo lo contrario, producir alimentos es construir a la paz mundial. El mundo necesita alimentos, y los que están en condiciones de producirlo tienen la obligación de hacerlo.”

Freire reconoció que “el impacto ambiental existe” pero lo relativizó al señalar que están “modificando cierta región para desarrollar el proyecto, pero siempre tratando de causar el menor daño posible”.
“Pero el mayor impacto es el social y el económico: crearemos 1.500 nuevos puestos de trabajo entre mano de obra directa e indirecta. Teniendo en cuenta que más del 50% de la población correntina tiene problemas de trabajo y pobreza, aportar semejante inversión creo que es uno de los elementos fundamentales que las autoridades tuvieron en cuenta para apoyarnos”, afirmó.
Además, Freire negó que Aranda y Soros se vayan a apropiar del agua, que es un bien público. “Nosotros no nos apropiamos, nos van a dar una concesión para utilizar el agua. Además, Corrientes es una provincia donde el agua abunda”, indicó.
Los reguladores. Sin embargo, Luis Picolini, un productor agropecuario de Paso de los Libres, conoce de cerca los daños que puede provocar una represa. Lo supo en 1992, cuando empresarios brasileños se radicaron en el lugar y prometieron trabajo estable y abastecimiento de agua para los campos. Lo que ocurrió fue todo lo contrario: la represa secó el cause río abajo y hace 18 años que no planta arroz. En su campo sólo hay cosechadoras oxidadas y silos vacíos.
“La represa que quieren construir ahora es dos veces más grande que la que me perjudicó a mí. Imagínense el desastre que va a ser. Yo soy la prueba fehaciente de las mentiras de estos empresarios y la manipulación que hacen de la gente, prometiéndoles cosas que nunca llegan. Dicen que no va a existir la seca como había antes, pero es mentira, cuando haya problemas de agua con la represa ellos van a regular el nivel de agua. De tan ambiciosos que son, siembran más de la capacidad de riego que tiene la represa, entonces nunca alcanza el agua para el resto de los productores”, afirmó Picolini.

Entradas relacionadas