La reapertura de paritarias divide aguas en la CGT

El secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica lo admitió a BAE y fue uno de los pocos que lo dijo con franqueza. “No es lo mismo un 35% de aumento para salarios de 2.000 pesos que para los de 4.000”, reconoció y agregó que cada gremio debe negociar según su realidad.
Por otra parte, tampoco puede pedirse lo mismo en todos los sectores: hay rubros de la economía que tuvieron ganancias extraordinarias y hay otros que apenas están recuperándose de las consecuencias de la crisis financiera internacional. En el primer caso, los sindicalistas podrán intentar acercarse al sueño de llegar al 50% de participación en las ganancias del país que alguna vez supo lograr el salario, pero en el segundo tendrán que contentarse con empatarle a la inflación.
Lo cierto es que para muchos empresarios, detrás de los pedidos de aumento salarial hay desmesura y es por eso es que el titular de la Unión Industrial Argentina, Héctor Méndez, habló de “psicosis” y tantos otros empresarios salieron a advertir sobre la posible espiral inflacionaria que podría expandirse sobre los argentinos si prospera el “desborde sindical”.
“No sigamos haciendo lecturas que parecen que el objetivo sea siempre responsabilizar y demonizar a los salarios de los procesos inflacionarios”, sostuvo el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, durante la semana.
Y detrás de él se alineó el secretario general de la CGT, Hugo Moyano. “No hay motivos para trasladar los incrementos salariales a los precios porque ya aumentaron, ya se adecuaron con ganancias mayores a las normales”, lanzó.
Lo cierto es que el gremio de Alimentación logró el 18 de mayo pasado una suba del 35% y desde entonces se han logrado otros acuerdos que no se habían firmado y sindicatos que ya habían cerrado propusieron reabrir para no ser menos.
En ese sentido, el titular del sindicato Luz y Fuerza, Oscar Lescano, salió a afirmar que como ellos acordaron en abril una suba del 22%, ahora pedirán reabrir la paritaria. “Yo no quiero pasar por tonto”, dijo cuando se enteró del logro de sus compañeros de alimentación.
Ocurre que, comparando los convenios de ambos sindicatos, Luz y Fuerza alcanzó a partir de abril mismo un salario promedio cercano a 4.000 pesos, mientras que alimentación llegará al salario mínimo de 3.000 recién en marzo próximo.
Algo similar a lo de Alimentación ocurrió en el Sindicato de Obreros Curtidores (SOC), que consiguió un 49%, en dos tramos (abril y agosto). En agosto el salario de referencia del sector será de 3.147 pesos.
Estos dos acuerdos parecen deslumbrantes por los porcentajes conseguidos, pero cuando se observa con detenimiento el salario promedio al que se llega con los últimos tramos de los acuerdos, los salarios siguen siendo bajos y todavía están lejos de los envidiables salarios de otras ramas de la economía como los mineros o los propios camioneros, y esto aun cuando todavía no se sentaron a negociar la paritaria 2010.
Asimismo, hay que tener en cuenta que quienes cerraron a principio de año, aun con porcentajes más modestos que el de Alimentación (que se acordó en cuatro tramos, el último de ellos a cobrar recién el abril de 2011), le llevan varios meses de ventaja a la inflación respecto de quienes están acordando por estos días.
Comercio fue otro de los gremios que cerró después del rimbombante 35% de Alimentación y alcanzó un aumento que suena elevado, pero cuando se lo aplica a los salarios no lo es tanto. El gremio que lidera Armando Cavallieri y que tiene más de un millón de afiliados obtuvo una suba en tres cuotas del 15 % para mayo, el 7% para julio y el 5% para noviembre. Al ser acumulativos, estos porcentajes suman el 29%. Pero en buen romance, cuando se cobre la última cuota de este aumento, el sueldo mínimo será de 3.000 pesos y aún habrá partes del salario que se cobren como “no remunerativas”.
No faltan también las especulaciones políticas sobre quién se beneficia y quién se perjudica con que los acuerdos salariales estén en boca de todos. Hay quienes ven en este tire y afloje de unas paritarias muy particulares, algunas voces que buscan erosionar el poder de Hugo Moyano dentro de la CGT.
Otros observan que durante años hubo líderes que no presionaron lo suficiente a los empleadores para lograr mejoras significativas para sus trabajadores y ahora, de repente, logran importantes aumentos. Esa capacidad de presión de viejos caudillos sindicales que parecía olvidada se debe, para algunos, a intentos de contrarrestar fuerzas de oposición que fueron ganando peso dentro de los sindicatos.
Lo que viene. En 2008 la modalidad para cerrar paritarias fue la de un «número guía», que fue el 19,5% acordado por Camioneros, que adelantó casi cuatro meses su negociación para ofrecer una estela a la mayoría de los acuerdos restantes.
En tanto, en 2009 –crisis financiera internacional mediante– el modus operandi fue que cada sector cerró el número que pudo según la realidad que atravesaba y, en muchos casos, los sindicatos se conformaron con empatarle a la inflación y dejaron para mejores cosechas la vieja lucha por la recuperación del poder adquisitivo.
Este año se mantuvo esta operatoria, con la diferencia de que 2010 ya mostró ser un mejor año en materia económica que 2009 y las perspectivas son auspiciosas. Es por eso que además de los acuerdos en línea con la realidad de cada sector, los reclamos vinieron acompañados, salvo excepciones, de situaciones económicas más estabilizadas, plantas trabajando nuevamente al tope de la capacidad instalada y cada vez menos coletazos de la crisis global.
Varios de los convenios suscriptos hasta ahora contemplaron entre sus artículos una “cláusula gatillo”, es decir, la posibilidad de volver a sentarse a negociar en caso de que la inflación se disparase. Es lógico, entonces, que si un sindicato estima que su incremento salarial se verá superado o alcanzado por la suba de precios, intente mejorar esa cifra en pos de que un sueldo no quede relegado.
Según un informe de Sel Consultores, a fines de abril se habían cerrado un 16% de las negociaciones salariales correspondientes a 2010. Y cerca de un tercio de los convenios incluye una cláusula de revisión anticipada.
En los próximos días se espera que se defina la situación en el gremio gastronómico, que actualmente se encuentra en conciliación obligatoria. El sindicato que lidera Luis Barrionuevo y que nuclea a cerca de 250 mil trabajadores busca un aumento promedio del 35%, que se escalone en tres o cuatro cuotas, entre mayo y diciembre.
Junio es también un mes clave porque comienzan las negociaciones en las terminales automotrices (SMATA), en Sanidad y en Camioneros, gremios fuertes, que parten de salarios promedios nada despreciables y que poseen una importante capacidad de presión.

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