martes 14 de octubre de 2025

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Más de una treintena de integrantes de la comunidad universitaria defienden a Gerard

TEXTUAL
Ante las cobardes maniobras acontecidas en los últimos días en el marco del proceso de recambio de las autoridades de la UNER, los abajo firmantes, miembros de la comunidad universitaria de la ciudad de Concordia, queremos hacer llegar a la ciudadanía toda, un poco de luz en relación a las falacias que expresan una serie de correos electrónicos anónimos que persiguen como único fin, empañar el proceso electoral.
En el año 1978 cuando aún no existían egresados de la entonces recientemente creada carrera de ingeniería de los alimentos, residían en Concordia solo 4 ingenieros químicos tres de los cuales se desempeñaban como docentes de la entonces novel Facultad de Ciencias de la Alimentación.
La vieja escuela de técnicos en alimentos dependiente de la Universidad Nacional del Litoral, había sido transformada en Facultad y anexada a la joven Universidad de Entre Ríos hacía pocos años.
El dictado de las asignaturas que en aquel entonces conformaban la currícula de la carrera se tornaba ciertamente complejo dado que, entre otros inconvenientes, se carecía en el medio local de profesionales relacionados con las ciencias de los alimentos que pudieran desempeñar la labor docente.
En ese contexto un grupo de alumnos, algunos de los cuales egresaron y hoy ejercen la docencia en dicha casa de estudios, invitaron al cuarto ingeniero residente en la ciudad a sumarse al plantel docente de la institución. Cabe aquí aclarar que los estudiantes que en aquel entonces invitaron a Jorge Gerard a formar parte de la facultad compartían con él puestos de trabajo en el querido y hoy añorado frigorífico CAP Yuquerí.
Fue así como el joven ingeniero Gerard pasó a integrar el reducido cuerpo docente que presentaba la facultad por aquellos tristes años de la historia argentina. Al cabo de algún tiempo de desempeño en la institución, fue designado como secretario académico de la facultad, para ejercer al igual que la mayoría de los funcionarios universitarios de aquella época, una función técnica y no política.
Jorge Gerard no fue el único docente que desempeñó funciones de gestión en aquel oscuro período y que a pesar de dicha circunstancia, hoy nos enorgullecen con su presencia en la facultad. Más allá de la nefasta conducción militar que dirigía los destinos del país en general y de nuestras universidades nacionales en particular, este grupo de compañeros desempeñaron funciones honrando con su accionas el profundo espíritu democrático que siempre los acompañó.
Ya con el advenimiento de la democracia, todas las personas que desempeñaron roles durante el período de facto fueron impugnados por la entonces conducción de la Federación Universitaria Argentina (FUA).
En el caso particular de Gerard, la cuestión fue tratada tanto por el Consejo Superior de la Universidad como por el fuero judicial. En ninguno de los dos ámbitos se presentaron jamás acusaciones por arbitrariedades o falta de ética en el desempeño de de las funciones.
En función de lo expuesto en el párrafo anterior, tanto la justicia argentina como el Consejo Superior de la Universidad, habilitaron a Gerard a presentarse a concurso de profesor ordinario en el período conocido dentro del ámbito universitario como normalización.
Tanto durante la normalización como así también en los procesos de reválida posteriores, Gerard fue designado y ratificado por jurados compuestos por pares, internos y externos, que evaluaron de acuerdo a las normativas hoy vigentes y en todos los casos dejaron expresa constancia de la excelencia formativa y metodológica respecto de su desempeño en ambos procesos de la vida universitaria.
Como es de público conocimiento, a partir de su condición de profesor titular ordinario, fue electo como Decano de la facultad por tres períodos consecutivos, gestiones que hoy son recordadas con profunda admiración por la totalidad de la comunidad universitaria de la ciudad de Concordia.
Por último y en relación a la más canalla y cobarde de las acusaciones vertidas, es necesario destacar que en 1976, cuando el estudiante Julio Solaga fue secuestrado por los grupos de tarea del gobierno de facto, el ingeniero Gerard era aún estudiante de la UNL todavía y por ende nada tenía que ver con la facultad a la que ingresaría como docente en el año 1978 y como secretario académico en 1980.
Resulta doloroso e indignante tener que salir a expresar estas cuestiones, que son de público conocimiento para la gente que integra desde sus comienzos nuestras casas de estudios pero que, en alguna medida, pueden llegar a evitar que mensajes malintencionados confunda la opinión de personas que no conozcan o no hallan vivido aquellos oscuros días.
Lamentamos asimismo que gente sin escrúpulos, además de ensuciar procesos democráticos que deberían enorgullecernos, usen mal y con fines hipócritas el legítimo reclamo, ya no solo de los familiares de las victimas del gobierno militar sino de la totalidad del pueblo argentino.

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