Desde hace años los barrios aledaños a la vergüenza de Paraná que es el Volcadero, dirimen una guerra que muchas veces aumenta en la belicosidad por el control de la basura. En sólo dos días fueron baleados por estas contingencias ligadas directamente con la pobreza: un niño de 12 años y un joven de 21.
Ayer al mediodía ingresó al hospital San Martín, un muchacho de 21 años identificado como Alejandro Portillo. El mismo fue baleado en la zona este de Paraná, en un aparente ajuste de cuentas.
Al herido se le constataron tres balazos en su cuerpo: dos en el glúteo derecho y uno en la pantorrilla de la pierna derecha. Tras ser asistido en el nosocomio capitalino fue derivado a una sala común, ya que las lesiones no eran graves.
Personal de la comisaría quinta y de Criminalística trabajó en la zona donde fue baleado y se estableció que se utilizó un revólver calibre 22.
El muchacho internado prefirió mantener a rajatabla los códigos de un medio hostil y por demás conflictivo, por ello prefirió no acusar a nadie y enfatizar que no sabía quién le había disparado.
Sin embargo, los investigadores de la comisaría asentada en Ameghino de Paraná, se contactaron con vecinos del barrio San Martín, donde vive la víctima y en tren de confianza, comentaron lo que es un secreto a voces: que Portillo fue agredido por un ajuste de cuentas, luego de que éste, aparentemente baleara en la tarde noche del domingo a un niño de 12 años que se atrevió a meter las manos en una montaña de basura que es controlada exclusivamente por Portillo, sus familiares y amigos.
El rumor fue tomando cuerpo y por ello es que los oficiales de la comisaría quinta consultados por diario Uno destacaron que se está trabajando con amplios operativos para tranquilizar el barrio pegado al Volcadero para que se reduzcan los enfrentamientos entre los dos bandos en pugna que luchan denodadamente por el control de los territorios ya distribuidos para trabajar en el cirujeo.
Balaceras
De este modo, se notificó que al hospital de niños San Roque ingresó el lunes a la mañana un menor de 12 años que tenía una herida en el tobillo izquierdo producida por una bala. La madre de la criatura a boca de jarro aseguró en la Policía que Portillo sería el autor de la agresión.
El lesionado fue internado y tras una corta atención se le dio el alta médica. Se estableció que el proyectil fue disparado por un arma calibre 22.
Ante este panorama, no fue extraño que Portillo haya sido presa de una venganza. Y en ese marco, no se consideró descabellado que no produjera la denuncia o bien por temor o porque espera ejecutar la vendetta en las próximas horas.
Acerca de la hipotética disputa dentro del Volcadero, los trabajadores de la Dirección de Limpieza alertaron que creció en los últimos meses “porque la pobreza también creció y lo que antes eran rencillas o peleas, ahora se transforman en verdaderas batallas campales por el control de los residuos que llegan en los camiones de la repartición”.
“A nosotros nos llama la atención que el tema esté ligado con la pobreza y con la aparición de armas de fuego. Escuchamos a lo lejos las detonaciones dentro del Volcadero y en el Balbi, en el San Martín y en Ameghino al final”, reseñó el chofer mientras miraba de reojo que no se cayeran de la parte de atrás del camión cuatro niños que se habían colgado del rodado.
Recordó que estos problemas estaban circunscriptos a las barracas donde había “picas entre los propietarios y cirujas que querían ampliar en poder en el Volcadero. Por eso hubo incendios intencionales y alguna que otra balacera, pero ahora el enojo y barullo se trasladó hasta las mismas montañas de basuras”.
Prevención
Desde la comisaría quinta, se indicó que se reclamaron allanamientos a la Justicia de Instrucción en turno, pero además se sabe que “esto no va a quedar así entre ellos, por lo que desde la tarde de ayer se ampliaron los operativos para evitar enfrentamientos”.
“Creemos que si logramos secuestrar las tres o cuatro armas que andan dando vueltas, todo se va a tranquilizar nuevamente”, referenció la autoridad consultada.
fuente: El Once