Juzgan a dos médicos que eran residentes en el hospital San Martín por la muerte de un paciente

Según la requisitoria de elevación a juicio, el joven ingresó a la Guardia del nosocomio el 27 de noviembre de 2001 con tres heridas de arma de fuego que le impactaron en el hombro derecho, la nalga derecha y la pierna izquierda y habría fallecido entre las 23 cuando ingresó al nosocomio y las 8 del día siguiente, porque los acusados habrían “obrado con total negligencia e inobservancia de las obligaciones inherentes a la función que ejercían”.
Ayer, ante el fiscal de Cámara Juan Carlos Almada y las defensoras Marina Barbagelata y Matilde Federik, ambos acusados negaron los cargos que se les imputan, sostuvieron que son falsos y dieron explicaciones coincidentes acerca de su participación en la atención que, según recordaron, se le brindó al joven. Además, realizaron breves pero detalladas explicaciones de por qué aseguran que Rodríguez no falleció por los cargos que se les achacan.
En ese sentido, confrontaron con el informe médico forense que elaboraron los profesionales Horacio Siromsky y Luis Moyano, que informaron que la muerte del joven se produjo por un “shock hipovolémico que sufrió como consecuencia de la hemorragia vertida hacia el exterior por los orificios de entrada de los proyectiles”. En el informe, los forenses señalaron que lo anterior se pudo comprobar cuando se examinó el colchón de la víctima que estaba embebido en sangre, la que pasaba hasta el lado opuesto, y cuya pérdida estimaron en dos litros.

Indagatoria
Ayer, ambos profesionales realizaron sus respectivas declaraciones indagatorias. Los dos coincidieron en destacar que el paciente se encontró estabilizado mientras ellos lo atendieron, incluso señalaron que personas que estuvieron en el lugar dijeron que se levantó “para ir a orinar” e incluso otros manifestaron que “estaba inquieto y forcejeó con los policías con las esposas puestas”. Los profesionales aseguraron que tales circunstancias, en un paciente que se está desangrando, son imposibles de suceder. Además, aseguraron que Rodríguez no presentaba señales de desangrarse, puesto que de las heridas no manaba sangre “sólo un babeo que apenas manchó las gasas” señalaron.
Ambos médicos señalaron que “la autopsia dice que tenía los vasos auxiliares indemnes” y coincidieron en explicar el funcionamiento del sistema circulatorio con su compleja red de venas, para colegir que el paciente nunca perdió tanta cantidad de sangre como se asegura en la acusación, puesto que el funcionamiento del cuerpo humano posee mecanismos para detener una hemorragia o al menos poner en evidencia los síntomas que alertarían que el paciente se está desangrando. En ese sentido, si bien ni Nardea ni Buyatti pudieron o se atrevieron a atribuir las causas del deceso a algún motivo concreto, no lo arrogaron a “un shock hipovolémico porque no hubo vasos lesionados”.
Nardea fue un poco más allá y explicó que el muchacho, y en el informe médico forense consta, presentaba un hematoma en la cabeza que le produjo un coágulo, que no tenía relación con las heridas por las que ingresó al nosocomio. En ese sentido, el entonces médico de Guardia, aventuró que “por la compresión del coágulo, la masa cerebral es desplazada, la autopsia lo detecta, y puede ocasionar la muerte porque causa un paro cardiorespiratorio”. Además, aseguró: “No encuentro sangrado, en un colchón no se puede saber con exactitud la cantidad de sangre que perdió”.
Para sostener que su desempeño fue el adecuado para aquel tipo de caso, Nardea mencionó su participación en varios casos más graves que el que lo llevó a juicio. Así, mencionó el accidente del ómnibus que se accidentó en el Acceso Norte de Paraná que entre las víctimas contó a la niña que perdió ambos brazos pero no la vida.
Por su parte, Buyatti, como médico cirujano, explicó que recibió al paciente y constató las lesiones, le tomó el pulso e incluso recordó que le hizo “dos o tres preguntas que respondió coherentemente”. También señaló que cuando lo revisó, el paciente ya hacía una hora o una hora y media que estaba en la Guardia. El cirujano negó haber recibido una llamada interna alertando de alguna anomalía en el estado de Rodríguez, tal como sostuvo una enfermera en la Instrucción de la causa. Así, Buyatti respondió que “en el hospital hay, fácil, ocho o 10 médicos, no hay justificativo para no hallar uno”, y añadió: “Estamos todos en un lugar u otro a pocos metros, saben las salas y dónde puede estar uno“.
Entre las coincidencias que manifestaron los imputados, se encontró que por su condición de residentes no tenían autonomía para actuar, respondían a sus superiores. En ese sentido, no pudieron explicar con certeza por qué estaban sus firmas en varias hojas que dieron cuenta de la atención de Rodríguez. El debate seguirá hoy con más testimonios.

“La colimba”
El juez le preguntó a Buyatti cómo era la relación de los médicos residentes con el resto de los profesionales del nosocomio. Concretamente le preguntó si no les hacían “hacer la colimba”.
El médico respondió que “no, la relación con los médicos de planta era excelente”, y añadió que “el trato era normal, con los niveles de obligación a los que teníamos que responder”. Así despejó la duda del magistrado sobre el rol de los residentes.

Suero
El juez y el fiscal volvieron sobre una explicación que dio Buyatti acerca de una pregunta de la defensa. Barbagelata inquirió sobre si un paciente que estaba recibiendo suero podía fallecer a causa de la pérdida de dos litros de sangre. El médico respondió que “no es lógico”. Sin embargo, la respuesta quedó flotando en el ambiente y Vírgala y Almada repreguntaron sobre si el suero reemplaza a la sangre y Buyatti respondió: “No es lo mismo pero es bolemia, aporta líquido al sistema circulatorio”.

Fuente: Uno

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