BUSTI PRESO DE SUS PALABRAS
En una declaración que nadie hubiera esperado, Jorge Busti pidió agua. Dijo “si no hay acompañamiento es muy difícil; falta más compromiso por parte de algunos” y pidió que no la dejen sola a Cristina (que es Cremer y no Fernández), candidata a diputada. El mensaje fue directo a Sergio Urribarri al pedir a sus funcionarios “que acompañen en algunos lugares a los candidatos para defender el gobierno”. Para decirlo con más simpleza, Busti pide que en sus actos haya hombres de gobierno “que pongan la cara” frente a los descontentos, o sea, hombres dispuestos a recibir golpes para poder él recibir besos.
El lector recordará que este diario fue el primero en señalar que en esta provincia “hay lista B y no habrá lista K”. Este diario además, llamó la atención sobre el contraste que se insinuaba : Busti con la campaña al hombro y la ausencia total del gobernador en los actos proselitistas. Como dice el dicho “cosecharas tu siembra”, o tomarás tu sopa.
Fue Busti quien eligió a los candidatos a gusto y paladar. Fue él también quien aseguró que enfrentará al gobierno nacional con el menemista Carlos Reuteman y el cavallista cordobés, Juan Schiaretti. Es más, su mujer candidata acaba de recordarles a los camperos que ella votó contra la Resolución 125 impulsada por el gobierno nacional, y a favor de ellos que bregaban por derrotar al gobierno en el congreso.
Que pretende Busti?, que el gobernador y sus funcionarios participen de los actos con candidatos que no solo no manifiestan adscripción al gobierno nacional sino que intentan entusiasmar a los votantes con discursos que confrontan con los K.?. No es tarea sencilla pedirle a alguien que sea esquizofrénico. Todos los funcionarios de este gobierno provincial han adherido en un 100% a las políticas nacionales. Probablemente por esa postura política ha sido favorecido con dinero y obras como nunca antes, ¿ como salir ahora a desdecirse sin mostrar las partes íntimas ?.
Ya no se puede ocultar que la interna solo está disimulada y que la procesión va por dentro. Lo contrario sería pensar en una farsa mayor que, por falta de datos, estamos incapacitados para demostrarla.
Por si fuera poco, fue Busti y no otro quien aseguró desde un comienzo que esta elección no será un plebiscito para el gobierno y que la gente privilegiará los candidatos Eran tiempos en que él se imaginaba confrontando con el piquetero pudiente Alfredo De Angeli. En todos los casos y en virtud de que tiene su mira puesta en el 2011, Busti se imaginó una elección en la que, al final, la gente concluya : ganó Busti o perdió Busti. Aquí están los resultados de su rara estrategia electoral en la que, como otras veces, es oficialista y opositor al mismo tiempo. Demasiado confuso para ganar tan fácil como él piensa.
AL PRINCIPAL PARTIDO OPOSITOR SE LE FUE LA MANO
Este gobierno dejó sin política al supuesto “progresismo” al impulsar leyes y acciones de gobierno, sin romper los cánones establecidos o el tan mimado status quo. Es decir, llevó adelante políticas que podrían calificarse de reformismo puro o al fin de cuentas, peronismo puro. En otras palabras, hizo muchas de las cosas que había insinuado hacer la Alianza y no se animó.
Así, el gobierno comenzó a mostrarse como la contracara del vituperado menemismo de los 90 al que toda la oposición “progre” había denostado. Llevó adelante políticas que habían sido banderas opositoras : Derechos Humanos, re-estatizaciones (AFJP, Aerolíneas Argentinas), bajó la desocupación, impulsó una política internacional de claro sesgo latinoamericanista, revivió las paritarias, incorporó a más de 1,5 millón de personas al sistema jubilatorio, definió un proyecto para una nueva ley de radiodifusión, etc..
Cualquier militante o simpatizante de esos partidos progres habría apostado a exigirle al gobierno profundizar esos cambios que, para algunos, podrían ser calificados como tibios pero, en cualquier caso, imprescindibles, necesarios, para empezar a hablar más o menos en serio de República, Democracia, inclusión.
No ocurrió así, lejos de virar hacia posiciones que acentuaran el progresismo, la dirigencia de esos partidos prefirió virar hacia la derecha ideológica. La primera en hacerlo fue Elisa Carrió seguida casi con inmediatez militante por la UCR.
Podríamos decir a su favor que temieron quedar demasiado a la izquierda si hacían lo contrario y que eso la sociedad no lo soportaría. Puede ser, pero difícilmente la historia los excuse por esa suposición. Es que, ese viraje fue tan brutal, tan desmesurado, que al decir de Roberto Cossa, “tengo ganas de ser anti K pero la oposición no me lo permite”.
En este contexto lo que más dividió aguas fue la disputa con el sector más favorecido del campo. Aquí se pudo ver quien es quien con una claridad que los grandes grupos mediáticos se empecinaron en esconder pero que fue quedando cada vez más en evidencia y que será aún peor cuando la historia se encargue de contar los hechos sin la impronta de los medios y la coyuntura y con datos duros. Habrá que esperar y la historia se encargará de convertir en ángeles a los endemoniados de hoy.
Este proceso nos lleva a decir que, el claro ganador de toda esta disputa política, es el sector más concentrado de la economía, entre ellos, sojeros, terratenientes y pooles de siembra quienes, además y con la ayuda del “progresismo”, lograron ventajas presentes y futuras y pusieron sobre aviso al gobierno en cuanto al peligro de intentar reformas demasiado “chavistas”.
En esa geografía nacional, no es casual que, en Entre Ríos, uno de los epicentros del conflicto agrario, la oposición en general haya sido cooptada por ese discurso. En especial quienes se esmeraron más por parecer, el radicalismo, que sintió revivir con el conflicto. No solo ellos, claro, todos hicieron uso y abuso del discurso llorón y berreta de “defendemos al campesino, al trabajador rural, a los pequeños y medianos productores”. A nadie se le dio por reparar que ese discurso salía, precisamente y en muchos casos, de las bocas de quienes ayudaron a la concentración y a que se fundan miles y miles de verdaderos chacareros y productores.
Igual pavor producía el aval político al discurso que intentaba confundir a la patria con el campo, cuando cualquier persona informada sabía que no se trataba de otra cosa que de plata, pero así fue. Una de las tantas muestras de hipocresía que las candidaturas de hoy dejan al descubierto.
Es imposible disimular que a la principal alianza opositora se le fue la mano.
La UCR-CC, lleva como 1er. candidato a un hombre, “Atilio Benedetti, que tiene 35 mil hectáreas de campo y es uno de los principales productores sojeros del país”, según la información no desmentida. Sus compañeros de fórmula, en 2º y 3º lugar, son, Hilma Ré dirigente de la Sociedad Rural de Diamante y Jorge Chemez, productor lechero como Hugo Biolcatti y dirigente de la Sociedad Rural de Nogoyá. Un sector del campo sobre representado. El actor social que muestran las candidaturas, es algo diferente del actor social de los discursos, además, cualquier lector convendrá en que la base social del radicalismo es bastante más heterogénea que lo que muestra esta lista.
Ser ricos o dirigir asociaciones que defienden a los sectores más pudientes del agro, no los invalida para nada, sí los ubica en el sector social al que corresponden. Lejos, obviamente, de los gringos sufridos que trabajan de sol a sol por un mendrugo.
IGUAL DE ENCARNIZADOS, PERO MENORES
Como hábiles gauchos, la dirigencia opositora entrerriana (con contadísimas excepciones), se montó en el conflicto del campo para domar al gobierno. En este caso, actuó la soja, no el glifosato y resucitó hasta los muertos, esa era la idea. Al calor del conflicto revivieron partidos, alianzas y personajes que parecían ya idos. El campo era la excusa para que cada una de esas alianzas, partidos o dirigentes se cobrara lo suyo. Entre los 10 partidos que disputaran estas elecciones en Entre Ríos, hay de todo. Desde del carapintadismo y el pattismo, que a través de sus partidos y de la página web de los servicios ayudaban a enlodar y a difamar a hombres y políticas de gobierno. De ese modo, se cobraban el proceso judicial que, con la derogación de las leyes de la impunidad comenzaba a mandar a la cárcel a sus jefes y amigos, los responsables de crímenes de lesa humanidad. Desde esa vertiente hasta el menemismo residual que les dio el salvoconducto a la libertad mal habida.
Desde una punta hasta la otra, llegando hasta las banderas rojas del trotkismo que hicieron juego con la paquetería macrista del PRO y un socialismo que navegó a dos aguas en todo el conflicto y que, aunque no se le puede endilgar complicidad absoluta, al menos se puede decir que, hizo la vista gorda. Lo cual es mucho decir a su favor.
Los únicos que hicieron esfuerzos por despegarse de ese berenjenal, son los del actual frente de Humanistas y Comunistas que lleva como candidatos a José Iparraguirre y Bernardita Zalisñak, dos luchadores a los que probablemente se descalifique por la poca incidencia electoral.