Dice Gianfelici en su libro, que a nivel mundial, la provincia de Entre Ríos se hizo conocida por su ferviente lucha y militancia ambiental contra la radicación de la pastera Botnia en Fray Bentos, en la República Oriental del Uruguay.
La posición entrerriana sobre este tipo de fábricas recorrió el universo y más aún cuando la ex reina del carnaval gualeguaychuense, Evangelina Carrozo, desfiló frente a los Presidentes del Mercosur y de Europa, en la Cumbre de Viena 2006, con un cartel que decía: “No a las papeleras contaminantes”.
Desde entonces, los pobladores de Gualeguaychú mantienen bloqueado el paso fronterizo con el Uruguay, sobre la ruta internacional 136, que une la ciudad entrerriana con Fray Bentos y, en ciertos ámbitos “la contaminación” es tema de militancia.
Pero, en esta Entre Ríos paradojal, que por un lado defiende el “ambiente” y “la salud”, por el otro, poco se hace y se dice sobre los nocivos efectos que produce el uso de agroquímicos, entre ellos, el glifosato.
La frontera sojera avanza y, a su paso crecen los casos de cáncer, las malformaciones, los abortos espontáneos y retenidos e infinidad de afecciones a la salud, que está dejando secuelas irreversibles para los pobladores de las zonas rurales, fumigadas con agrotóxicos.
LLUVIA DE GLIFOSATO
Los aviones pasan rasantes sobre los cultivos y una lluvia de glifosato se esparce sobre la tierra. Estas postales, de aeronaves haciendo piruetas en el aire para cubrir con este poderoso veneno la soja, se repiten desde hace más de una década en todo el país.
Desde entonces, las patologías, malformaciones y cánceres se duplicaron. Sin embargo, son pocos los médicos o científicos que reconocen que dichas afecciones pueden estar ligadas directamente al uso de los agroquímicos. Sin embargo, tanto la soja como el glifosato gozan de buena salud, pese a que las poblaciones rurales están cada vez más enfermas a causa del uso de estos poderosos químicos.
En diálogo con EL DIARIO, el médico rural Dario Gianfelici, hace 28 años que vive en Cerrito, departamento Paraná, y publicó hace dos un trabajo que denominó “La soja, la salud y la gente”, en el que expone sobre “los efectos adversos de los agrotóxicos”.
MOTIVACION
Como médico general y de familia, Gianfelici confesó que su investigación estuvo motivada principalmente por “el dolor” que le causa, como profesional de la salud, atender a “tantos vecinos” con patologías irreversibles. “El dolor (…) me impulsó a estudiar el cambio que produjo la aparición de la soja transgénica y su proliferación monstruosa a partir de 1995”, destaca en su libro.
Gianfelici, habla pausado, mide sus palabras, pero a la vez no oculta su malestar por lo que no se hace en materia de salud pública respecto a la proliferación de los casos de cánceres, abortos espontáneos o malformaciones, que se están registrando en distintas localidades entrerrianas. “Desde 1994 a 2004, las patologías ligadas a la exposición de agrotóxicos se duplicaron. Este incremento fue lo que me movilizó para investigar las causas posibles de estas enfermedades que cada vez más aparecen en el consultorio”, aseguró.
“Mi especialidad es general y familiar y, como médico mi preocupación está centrada en la salud de mis vecinos pero, lamentablemente, no hemos sido escuchados cuando alertamos a la población sobre los efectos de los agroquímicos”, acotó Gianfelici, al tiempo que reconoció que sus advertencias poco importaron, ya que prevaleció lo económico por sobre la salud. “Con mucho pesar y con mucha frustración, nuestra gente, nuestro vecinos, fueron inducidos a adaptarse a ser funcionales a este modelo sojero y hoy están padeciendo serios problemas”, dijo.
“El agricultor va a entender tarde y mal que la ecuación económica de la soja no se sustenta en el tiempo y va dejar secuelas terribles sobre los campos y sobre su propia familia que hoy mira con desconfianza y hasta con burla a quienes tratamos de informarlo sobre los peligros que se ciernen sobre sus cabezas”, opinó.
EL LIBRO
“Estudiando los efectos de los venenos agroquímicos a los cuales la soja transgénica podríamos decir que es adicta encuentro que, justamente, estos efectos tienen que ver con la reproducción, la gestación y la correcta formación de los órganos”, indicó el médico en su investigación que reproduce El Diario.
Asimismo, detalló en su texto que entre los años 2001 y 2003, presentó reiteradas denuncias ante la Secretaría de Salud de la Provincia sobre su preocupación por los efectos de los agroquímicos y el incremento de enfermedades. “Nunca tuve respuestas”, se quejó.
En su libro, el profesional describe las historias clínicas de varios pacientes de Cerrito, entre ellos, los casos de abortos, o nacimientos de bebé muertos, cánceres, dolores estomacales o los reiterados embarazos anembrionado de una misma paciente.
“Bueno sería que nos pongamos a pensar hasta dónde estamos comprometidos con lo que decimos defender. En Gualeguaychú, estoy convencido que Botnia contamina, pero creo que la Asamblea Ambiental, debería también atender la contaminación que producen los agroquímicos, pero paradójicamente muchos de los integrantes de la asamblea son productores de soja”.