Desde el lunes a la mañana, productores mayormente citrícolas se concentran en la rotonda de acceso a Chajarí. Allí llevan adelante cortes parciales de ruta, es decir, interrumpiendo el tránsito cada 15 o 20 minutos y charlando con los conductores de los vehículos que quedan varados o entregándoles algún papel. El objetivo, dicen, es “concientizar del reclamo a la gente” apuntando que «el interior también existe» y pidiendo «federalismo para todos”, según rezaba el panfleto que era repartido en el lugar ayer.
Citricultores (en su mayoría), transportistas, ganaderos, arroceros, comerciantes y docentes –AGMER Federación adhirió el lunes al reclamo agrario- se autoconvocaron en la rotonda de acceso a Chajarí para sumarse a la protesta del campo por las recientes medidas aplicadas sobre algunos granos en concepto de retenciones a la exportación. Todo se desarrolló con absoluta normalidad y en ningún momento se percibieron largas colas de autos. Aún así, dejaron firme la postura de prohibir el paso a los camiones que transporten citrus, cereales o alimentos.
El número de personas que se hicieron presente durante toda la jornada osciló entre las 150 y 200. Esta mañana, con una cifra similar de participantes de la protesta, se notaba un clima de resentimiento hacia los productores que no dejaron de lado su labor diaria para sumarse a la movilización. De todas formas, y aunque muchos de los citricultores han cargado sus camiones para llevar fruta al mercado central, desde la rotonda advirtieron que “no los vamos a dejar pasar”. En este sentido, la dureza de la protesta se vio un tanto flexibilizada tras la asamblea de esta mañana, ya que de no dejar pasar ningún transporte de carga, se determinó que lo que sea mercadería para exportación, o maderas o arroz se le daría libre paso. Pero lo que estuviese destinado a abastecer el mercado interno, sería retenido en el lugar.
La presencia de la gente en el lugar se produjo en forma espontánea, sin mediar convocatoria alguna, más allá de cadenas de mensajes de texto o llamados telefónicos. De hecho, en las diferentes asambleas que se vinieron llevando a cabo, no hubo moderadores ni oradores que dirigieran las charlas. Y las decisiones se tomaron libradas de cualquier tipo de objeción fuerte.