Nuevamente la sala de la Cámara del Crimen de Paraná, se colmó de periodistas, pero la prensa capitalina ya no era tan numerosa y la ansiedad y expectativa fue más moderada que el primer día. La segunda jornada del juicio en que se juzga a Mirta Cháves y Raúl Monzón por la desaparición de Fernanda Aguirre comenzó a las 9.40 con una presentación de la defensa del imputado solicitando la incorporación de Jorge Leitner como abogado auxiliar, lo que fue aceptado por el tribunal.
De inmediato, se tomó juramento a los cinco testigos que se presentaron a declarar, y se informó que Isaías Erlich, ex pareja de una de las hermanas de Fernanda y que vio el momento del pago del rescate, no pudo ser notificado de la citación ya que reside actualmente en Santiago del Estero. También hubo un pedido para que se mantenga aislados a los testigos para evitar que tengan contacto previo a brindar declaración.
“Espero justicia y saber dónde está mi hija”, dijo María Inés Cabrol, cuyo testimonio era uno de los más esperados de este juicio. Ante el tribunal integrado por José María Chemez, Hugo Perotti y Ricardo González, contó con detalles los movimientos que realizó Fernanda la tarde del domingo 25 de julio de 2004, cuando la vio por última vez y recordó cada uno de los llamados extorsivos que recibió la familia pidiendo el pago de 2.000 pesos por la liberación de la adolescente. Especificó que la mujer que se comunicó con ella esa tarde “era muy prepotente” y contó que reconoció esa voz al dialogar con Mirta Cháves en una visita que le hizo en la cárcel de Paraná.
Aseguró que al enterarse del secuestro de su hija dio aviso a su marido y contó: “Lo primero que hicimos fue intentar juntar la plata” y señaló que el dinero “lo tenía de la venta de un acopladito”. Con el correr de las horas y dado que Fernanda no volvía a la casa, pese al pago del rescate requerido, los Aguirre radicaron la denuncia en la Comisaría de San Benito. En este punto, remarcó que “la Policía nos quería sacar de donde había salido la plata y mi marido les dijo que se la habían prestado unos yernos”.
Sobre el accionar policial también criticó que “en ningún momento se buscó viva a Fernanda, siempre la buscaron muerta, es decir que tuvieron tiempo de sacarla” y cuestionó que ante el llamado de una mujer que dijo haber visto a la menor en La Delfina, “no se buscó rápidamente y la orden se dio recién a los 15 días”.
Entre los datos llamativos del testimonio se destaca su afirmación sobre la investigación policial: “No salieron a buscarla. Lo primero que hicieron fue investigarnos a nosotros” y contó otro suceso ocurrido en su casa cuando un policía le entregó a la familia una gomita del pelo que pertenecía a Fernanda.
También especificó que no presenció el momento en que su marido radicó la denuncia policial por la desaparición de la menor y explicó que la demora en hacerlo se debió a que “en uno de los llamados nos dijeron que no avisemos a la Policía porque la iban a devolver en rodajitas”.
Sentenció además que en los primeros días de la investigación, la familia sólo tuvo contacto directo con el entonces jefe de la División Homicidios de la policía provincial, Carlos Catena, quien les informaba las novedades del caso.
Las zapatillas y los pedidos de ayuda
La emoción la embargó hasta las lágrimas cuando describió las zapatillas que llevaba la niña al momento de su desaparición, y recordó un diálogo que habían mantenido tiempo antes por la rotura de un ojal del zapato. Las describió como “de marca berreta, color azul con rayitas y detalles naranja” y las reconoció ante el tribunal.
“La buscamos desesperadamente durante seis meses. Recorrimos campos y después viajamos a diferentes puntos del país pero hasta el momento nunca más la vimos”, sentenció Cabrol, para luego marcar detalladamente en un mapa las calles que recorrió Fernanda desde su casa hasta el puesto de flores y el kiosco del padre.
También habló de las notas pidiendo ayuda que aparecieron en Santiago del Estero y otros puntos del país, y aseguró que “son de Fernanda”. Manifestó que “las compañeras de Fernanda reconocieron la letra por televisión” y sentenció: “Era la letra de Fernanda y decía: Ayúdenme. Soy Fernanda. Son dos tipos los que me tienen. Abusan de mí. No sé quienes son”. También dijo que tiempo después apareció un tercer mensaje en Buenos Aires, en el que al pedido de ayuda se agregaba la fecha del 8 de diciembre y la palabra “Portugal”.
Su relación con el gobierno
Destacó el apoyo que recibió la familia desde el gobierno provincial a raíz de esta situación, y contó que “Walter Carballo se puso a disposición” a través de la Oficina de Asistencia a la Víctima, y que también lo hizo el gobernador Busti. “Nos pagaban los hoteles, y nos llevaban en auto”, rememoró. También comentó que en cierta oportunidad el mandatario les pidió “calma y tranquilidad”, y sentenció: “Usábamos lo que nos ofrecían, pero a mí el doctor no me compra ni con plata ni con nada porque la vida de mi hija no tiene precio”. “Al lado mío ha estado Walter Carballo en todo momento. Nunca nos dejó solos” dijo la mujer, al destacar que viajó 8 veces a Santiago del Estero, y también a Catamarca, Jujuy, Salta y La Rioja, siempre acompañada por dicho funcionario.
Respecto del gobierno nacional, comentó haberse reunido con el Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, con su esposa y senadora nacional, Cristina Fernández y con el ministro del Interior, Aníbal Fernández, quienes se comprometieron a buscar a la niña.
La entrevista con Cháves
“No sabíamos cómo estar o qué hacer”, dijo Cabrol y por ello le solicitó a Carballo que los acompañe a ver a la imputada en la cárcel. En la oportunidad estuvo acompañada por su marido, el gobernador y el entonces secretario de Justicia, José Carlos Halle. “Le pregunté si tenía hijos, y me dijo que sí, pero no me miró en ningún momento a la cara. Agachaba la cabeza y lloraba. Reconocí su voz pero no me dijo nada de mi hija”, relató.
Asimismo contó que estuvieron cara a cara durante 5 minutos y se retiró de la celda porque “no aguantaba los nervios” y se descompuso, y aseveró que “el gobernador se quedó con dos policías uniformados hablando” con la detenida. También dijo que en este encuentro Cháves le admitió a Julio Aguirre que ella había realizado las llamadas telefónicas para solicitar el rescate.
Dudas sobre Erlich
Este hombre, hoy residente en Santiago del Estero, tiene una hija con la hermana de Fernanda, Maria Emilia Aguirre, y fue quien reconoció a Miguel Ángel Lencina en el momento de retirar los 2.000 pesos del rescate.
Cabrol explicó que “en un primer momento se desconfió de él porque ese día había estado en la casa buscando a su hija, estaba muy nervioso, y fue el último que vio a Fernanda”, y contó que su ex yerno se ofreció para presenciar el momento en que los secuestradores retiraran el dinero del rescate.
Ya sobre el final de su declaración, Cabrol mostró su enojo hacia el abogado defensor de Raúl Monzón, Rubén Pagliotto, y le contestó de mal modo, reprochándole: “Quiero saber porqué usted dice que esta gente que nos acompañó desde el primer día nos miente”, en referencia a sus abogados, Julio Federik y Leandro Ríos. Ante ello, el tribunal le explicó que debía contestar la pregunta y realizar sus recriminaciones en otro momento, y el abogado le replicó que sus afirmaciones no iban dirigidas a los letrados querellantes.