Las fotos de tres fetos, uno de ellos ensangrentado, bajo la frase Estoy vivo, no me maten, se desplegó a lo largo de la marcha, que partió desde la Plaza Alberdi, y concluyó frente al edificio de Tribunales, donde los que participaron rezaron, de rodillas, el Padrenuestro, y condenaron la decisión del Superior Tribunal de Justicia (STJ) que permitió el aborto.
El abogado Ángel Moia, uno de los oradores en el acto que se desarrolló frente a Tribunales, señaló que “hoy nos enlutamos con la muerte”, y recordó que “cuando todavía la Justicia no había dicho la última palabra, cuando pesaba la orden judicial que hacía verdad aquel no matarás, nuestros propios funcionarios, legisladores, aquellos que prometieron jurar la Constitución, colaboraron y fomentaron la desobediencia a ese no matarás que no sólo está en nuestra Constitución, en nuestro Código Penal, sino en el sentido común”.
Luego, reseñó que “hace una semana había un entrerriano más. Hoy ya no está. Hoy se nos quiere hacer creer que su muerte fue necesaria, que es el fruto de un derecho”. Y añadió: “Nosotros tuvimos la fortuna de nacer, de no caer bajo la horda homicida, que hoy espera que creamos que en nuestro país el aborto es una necesidad”.
Y si bien condenó la violación que engendró esa vida en la joven discapacitada mental —cuya madre, Marta Gauna, había iniciado a mediados de agosto los trámites para practicarle el aborto en el Hospital San Roque, que luego la Justicia dilató—, dijo que ahora “se pretende legitimar un segundo crimen aberrante. Se dice que se ha cumplido con la ley, una ley cuya vigencia no es tal, una ley que contradice la Constitución”.
“Se ha desconocido el primero de los derechos humanos. Cuando uno de los padres había manifestado su rechazo (al aborto), cuando el pueblo de la provincia se había manifestado a favor de la vida, por la noche, a escondidas, se llevó a cabo el homicidio. No sabemos cómo fue, si murió antes de ser alumbrado, o si murió luego de ser alumbrado, abandonado en la mesa de un quirófano”, dijo.
Nunca más
Durante la marcha, un grupo de jóvenes de grupos parroquiales se ocupó de recolectar firmas entre los asistentes, con un pedido dirigido a “nuestros gobernantes, legisladores y jueces” para que “respeten este derecho inalienable de toda persona, y que en sus decisiones no pongan en riesgo nuestro futuro ni el de las generaciones venideras”. Y desde los altavoces se instó a no votar a los “candidatos abortistas”.
Uno de los momentos más espontáneos fue un cerrado aplauso cuando se ponderó el “coraje de los médicos de la provincia que se manifestaron a favor de la vida”. Luego, al dar razones de la convocatoria, Moia dijo: “Nos congregamos para decirle sí a la vida, no a la muerte, y para que la muerte de un inocente no haya sido en vano, para que la muerte de ese inocente no sea el llamado a más muertes, sino el llamado a más vida”.
Después, se permitió “adoptar” una frase significativa. “Que esta espontánea reunión de entrerrianos —aseguró entonces— sea el principio de una frase que muchos enarbolan y no nos pertenece: nunca más. Nunca más un aborto tolerado, nunca más funcionarios que hagan que el Estado que nos representa a todos se convierta en un Estado homicida”.
Y después completó: “Nunca más a las presiones desde los organismos nacionales y provinciales para que validen el genocidio. Nunca más las persecuciones a los médicos, para que tuerzan el juramente hipocrático y maten inocentes. El aborto es inconstitucional, es matar a una persona, y haciendo propia las palabras de la Madre Teresa de Calcuta, decimos que en un país donde se mata impunemente al más inocente, ¿quién nos asegura que la próxima víctima no sea cualquiera de los que estamos vivos?”.