Fuentes policiales indicaron que el choque sucedió cuando de norte a sur circulaba un micro de la empresa Rápido San José -patente ETH-852- interno 6950, que viajaba rumbo a Buenos Aires conducido por Gabriel Eugenio Parra de 34 años de nacionalidad chilena, quien era acompañado por Eduardo Humberto Erburo (50), domiciliado en Vicente López.
Por causas que se trataban de determinar, el micro cruzó de carril a la mano contraria, justo en el momento que en sentido contrario circulaba un Rastrojero –dominio VPN-618- guiado por Jorge Nicolás Cordich (60), domiciliado en la zona rural de Talita, quien iba acompañado por Marta Linares (57), radicada en Uruguay, quienes habían participado de una cena y baile en Colonia Santa Ana.
Pese a la frenada observada sobre la cinta asfáltica y parte de la banquina del lado este, el micro dio de lleno frontalmente contra el pequeño rodado, quedando ambos vehículos sobre la zona de pasto, literalmente incrustados.
Mientras que la acompañante del Rastrojero era despedida, su conductor quedaba aprisionado entre los hierros retorcidos, demandando denodados esfuerzos de los bomberos para poder extraerlo.
Momentos después del incidente arribaron efectivos policiales, al tiempo que se hacía presente una unidad de la empresa que trasbordó rápidamente a los pasajeros, a los que transportó dejando el equipaje en el micro siniestrado. La actitud de la empresa llamó la atención de la juez Estela Natal de Rebossio, ya que generalmente en estos casos, los pasajeros pueden ser testigos del hecho.
Otras irregularidades
Las irregularidades en torno al caso continuaron, ya que extrañamente desapareció el tacómetro del micro, con el argumento de que se perdió en el choque.
Ante estas anomalías, la magistrada –que estaba presente en el lugar junto a su secretaria y autoridades policiales- dispuso el secuestro de los celulares de los choferes y la inmediata detención, trascendiendo que estos habrían llamado a la empresa por un número interno de emergencias.
En el momento del traslado ocurrió otra circunstancia dudosa, ya que se descubrió que junto a los bolsos de estos colectiveros, había una bolsa de nylon, la que –según indicaron estos- no era de ellos.
Ante la extraña situación, la Policía procedió al secuestro por orden de la jueza, trascendiendo que se trataría de hojas de coca, usadas muchas veces para mantener la lucidez y soportar el cansancio.
Los trabajos en el lugar del hecho se extendieron varias horas, pudiéndose observar a los peritos en accidentológía y bomberos en una difícil tarea.
Finalmente se procedió al retiro de los cuerpos y la limpieza de la calzada, que fue habilitada cercano el amanecer. Ambos choferes fueron trasladados a la comisaría primera donde quedaron alojados por homicidio culposo, en tanto que se ordenó el secuestro de los rodados.
