Se conoce que los repartidores tienen una edad inferior a los 30 años y en muchos casos se trata de su primera salida laboral. Sin embargo dado el vacío legal no se sabe qué cantidad se desempeña la actividad ni de número de empresas.
Lo cierto es que a la hora trabajar hacen todo por llegar rapidísimo a destino, y para ganar 20 pesos diarios (como máximo). En la calle son blanco de quejas: suelen transitar sin luces, se cruzan por la izquierda y por la derecha sin distinción o pasan los semáforos en rojo.
La mayoría se juega la vida en su propio trabajo y lo peor del caso es que según un relevamiento de la Dirección de Trabajo todas las empresas de cadetería en Paraná toman, a excepción de una, a sus empleados en negro. Se indicó que a los jóvenes no les alcanza el ingreso para pagar el monotributo y menos para tener en regla los papeles de su vehículo.
En cuanto a la situación laboral, “la ilegalidad es total y deja en situación de vulnerabilidad a quienes se conducen en motocicletas, sin seguros, registros ni condiciones de seguridad personal”, sentenció el funcionario.
A diferencia de las grandes ciudades donde la moto es ineludible para hacer el trabajo, Paraná tiene una particularidad, y es que el trabajo se emprende hasta en bicicleta. Se trata de una variante que también es considerada por las autoridades. Balla especificó que irán por la prevención y “seducción” de los dueños de las empresas. Luego será el tiempo de aplicar las multas.
Balla puso en el tapete que si bien los involucrados en esta cadena son los empresarios, usuarios y trabajadores, el municipio no cumple funciones de contralor y los cadetes ni siquiera están agrupados.