Además del abandono de la inversión en exploración, una característica distintiva del modelo petrolero neoliberal que se conformó en Argentina desde la desregulación y privatización del sector, es la marcada orientación exportadora del mismo.
Con el modelo estatal, centralizado, con YPF, la producción había estado orientada a la satisfacción de las necesidades internas, de modo de que el país no dependa de los vaivenes de los precios internacionales del petróleo. De ese modo nuestro país pudo sortear la crisis energética y económica que significaron los aumentos de los precios internacionales del petróleo que se produjeron a principios de las décadas del 70 y del 80. Con enormes dificultades y contra fuertes intereses adversos, nuestro país consiguió con YPF y Gas del Estado, el autoabastecimiento y la soberanía energética.
Con la desregulación del sector y la privatización de YPF, el Estado abandonó la dirección de la política petrolera y las empresas trasnacionales -extranjeras y locales- del sector, configuraron una política productiva depredadora-exportadora.
Si partimos de los 23 años de reservas de petróleo que Gustavo Calleja, del grupo Moreno, señala que teníamos en el año 1989, desde entonces y hasta diciembre del 2005 se consumieron casi 650 millones de m3 de ese hidrocarburo y apenas se descubrieron menos de 384 millones de m3. Es decir que el índice de reposición es de apenas un 59 por ciento. Si sólo miramos los últimos 10 años, el índice de reposición de reservas es de un 50 por ciento. Si sólo miramos los últimos 5 años, este índice cae al 41 por ciento. De este modo vemos como el problema se va profundizando con el tiempo. De este modo llegamos a una situación de apenas 8 años de reservas para fin del 2005.
Queda claro el rasgo depredatorio del modelo. Veamos ahora la cuestión de las exportaciones. Tengamos siempre en cuenta que la Ley de Hidrocarburos establece en su artículo 6 que sólo se podrá exportar los saldos que se produzcan, es decir “…hidrocarburos o derivados no requeridos para la adecuada satisfacción de las necesidades internas…”.
Para ver lo que viene pasando desde la privatización hasta la actualidad debemos, entonces, considerar no sólo la exportación de crudo, sino también la de derivados, ya que para producir los mismos se utiliza crudo nacional.
Podemos ver que las exportaciones de crudo crecen en forma exponencial hasta 1996 para estabilizarse en niveles próximos a los 20 millones de m3. Luego bajan un escalón en 1999 y se estabilizan por encima de los 15 millones de m3 hasta el año 2002. Luego se produce una fuerte caída que todavía no se detiene y se prevé para este año (2006) que se exporten apenas unos 4 millones de m3 de crudo.
Además, es importante destacar que la exportación de crudo es negocio de 6 empresas que en el 2005 concentraron el 93,3 por ciento del total. La estadounidense Pan American Energy encabeza el grupo con el 36,9 por ciento del crudo exportado por nuestro país. Le siguen la estadounidense Chevron (21,4 por ciento), la hispano-estadounidense Repsol (15,3 por ciento), la estadounidense Vintage Oil (8,7 por ciento), la local Tecpetrol -de Techint- (5,8 por ciento) y la estatal brasilera Petrobras -incluye participación en CGS- (5,2 por ciento). El 46,3 por ciento del total se exporta a Estados Unidos.
La evolución en la exportación de derivados es diferente. A fines de utilizar datos homogéneos vamos a mirar la cantidad de petróleo procesado para la producción de los volúmenes de exportación neta de derivados, es decir, descontados los volúmenes importados. Teniendo en cuenta que en nuestro país para producir 1 metro cúbico de derivados se procesan 1,4 metros cúbicos de crudo, la cantidad de derivados exportados netos la multiplicamos por 1,4. De este modo llegamos a la exportación “indirecta” de petróleo.
Vemos que el crudo destinado a la exportación de derivados cobra mayor importancia desde los años 1999-2000, para ubicarse entre los 8 millones y 10 millones de m3 desde el año 2001 y hasta la actualidad.
Los cuatro principales exportadores de derivados concentraban en el año 2005 el 92,3 por ciento de ese mercado. Encabeza la hispano-estadounidense Repsol con el 57,6 por ciento -incluye participación en Refinor y Mega-, luego la Inglesa Shell (14,8 por ciento), la estadounidense Esso (12,9 por ciento) y la estatal brasilera Petrobras -incluye Petrobrás Energía y participación en Refinor y Mega- (6,9 por ciento). El 34,7 por ciento de las exportaciones de derivados tienen por destino los Estados Unidos.
Si sumamos los volúmenes de crudo exportado y los volúmenes de crudo procesado en la elaboración de derivados para la exportación, obtendremos el total de crudo extraído para exportaciones del sector.
Para el período 1994-2006, el 43,6 por ciento de la producción se crudo tuvo destino de exportación. Esto significó que en estos 13 años, se utilizó el crudo necesario para 23 años de consumo nacional. Por la exportación de crudo y derivados, se perdieron para siempre 10 años completos de petróleo. Cabe recordar que Argentina es un “país con petróleo” -donde apenas se puede desarrollar una política de autoabastecimiento- y no un “país petrolero” -donde pueda ser normal la exportación del recurso-.
Si tomamos los últimos 5 años (2002-2006) vemos que se exportó, directa o indirectamente, el 46,3 por ciento del crudo extraído. El quinquenio anterior esta cifra es de 46,6 por ciento. Es decir que prácticamente se mantuvo constante.
Para el año 2005, el 44 por ciento del petróleo exportado, en forma directa e indirecta, tuvo por destino los Estados Unidos. Además, ocho empresas -las siete primeras son extranjeras- concentran el 92,8 por ciento de este mercado.
De este modo podemos concluir en el carácter exportador del actual modelo petrolero y resaltar que por cada año de funcionamiento de mismo, se explota el crudo que el país requiere para 1 año y 9 meses, lo que constituye una irracionalidad y nos conduce directamente al agotamiento de un recurso natural no renovable y estratégico; problema profundizado además por la falta de inversiones en exploración y en el desarrollo de la infraestructura energética nacional. Se impone como necesidad inmediata la reversión de este proceso depredatorio-exportador: es imperioso aplicar la Ley de Hidrocarburos para detener las exportaciones de crudo y derivados, ya.
Además, si se aplicara la Ley de Hidrocarburos, se pueden recuperar las áreas de explotación y detener la depredación, se pueden recuperar las áreas de exploración y recuperar los niveles históricos de reservas de hidrocarburos. Argentina puede desarrollar una política exploratoria sin depender del financiamiento extranjero. Las reservas del Banco Central están llegando a 30.000 millones de dólares, 10.000 millones más de lo que tiene en reservas una economía más grande como es la española. Con esos 10.000 millones de dólares excedentes podemos explorar y desarrollar la plataforma continental, en vez de entregarla a las trasnacionales.
Argentina debe ir avanzando en dirección a la nacionalización del petróleo y el gas, hacia la reestatización de YPF y Gas del Estado para recuperar la renta hidrocarburífera y retomar la soberanía sobre la política energética nacional.
* Diego A. Kofman es Licenciado en Economía de la Universidad Nacional de Rosario.