“Defender la lectura es contribuir a la formación e información de las personas” solía decir y con razón, mi profesora de literatura. La lectura es el medio de comunicación y reflexión por excelencia, tiene que ver también con el proceso civilizador y de humanización que realza al hombre en toda su dimensión ontológica.
La lectura se relaciona con el poder, siempre ha sido así, olvidar esto es tornarla inocua, es convertirla en ornamento. Cuando se dice que la lectura es un poder, se refiere al poder de salir a “descubrir” por su propia cuenta, sin permiso. Cuando leemos de alguna manera nos estamos poniendo en rebeldía, estamos tomando distancia de lo ya determinado, de lo impuesto, y esa distancia libera de la “adhesión”.
La persona que lee se “desnaturaliza” de alguna manera, descree de lo mecánico, contraría lo incuestionable, lo previsible, siente dudas. Lo cierto es que muchísimas veces, la lectura es vista como una acción peligrosa, fundamentalmente por parte de quienes ejercen el poder, porque se sale de “ese aparato” por un instante, y es esto precisamente lo que debería interesar a la sociedad.
En la actualidad la lectura en nuestra ciudad como desafío cognitivo e informativo está muy lejos de ser una práctica cotidiana. DEBATE Y OPINIÓN recorrió librerías y bibliotecas públicas y pudo percibir excelentes libros y materiales informativos que cumplen con su cometido esencial, tanto en la formación del lector como en despertar del espíritu investigativo. La lectura le traza al individuo diversas interpretaciones que permite hacer infinitas combinaciones en la realidad cotidiana, lo invita a discutir y a investigar más, es decir, que extienden la experiencia lectora más allá del texto y del libro, y brinda la oportunidad de ser activos en sus aprendizajes.
La situación económica del concordiense es un obstáculo para la lectura, no cabe dudas, sin embargo las excelentes bibliotecas públicas, tampoco parecen ser las opciones para originar la experiencia de leer. “Hay que motivar para generar ganas de leer, hay que provocar ámbitos y curiosidad y orientar la lectura con responsabilidad” nos apuntaba la titular de Librería Magíster, Stella Maris Ponce.
La desmotivación también llega a la hora de informarse del acontecer cotidiano, lo refleja la significativa caída de ventas en los últimos años de diarios nacionales, provinciales y locales.
La cultura audiovisual, la televisión, Internet, se encuentran entre las razones por las que un porcentaje considerable de personas no leen más diarios.
Un dato a tener en cuenta, la lectura de libros que interesa al concordiense es la actualidad política, “la gente sigue mucho las opiniones de los medios, entonces los libros que van acompañando esa temática tienen más éxito, también las recomendaciones que promocionan los personajes mediáticos de la TV”, indicaba Ponce.
Si comparamos la venta actual de libros y diarios, con la de hace diez años atrás, vemos que el 50% de las personas perdió ese hábito. Pareciera que la falta de lecturas acompaña el proceso de empobrecimiento de la sociedad concordiense.
Sería interesante preguntarnos, ¿qué lugar le otorga hoy esta sociedad a la lectura, a conocer, a informarse como parte de los requerimientos para resolver desafíos sociales y políticos?
LA LECTURA Y ESCRITURA EN LA ESCUELA CONCORDIENSE
El ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, ha expresado en muchas oportunidades la importancia que tiene volver a darle a la educación el lugar que perdió en los últimos años, por lo que “la escritura y la lectura ocupan en nuestra agenda un lugar de privilegio”.
Pensemos que si el objetivo que se explicita en la Ley Federal de Educación es formar ciudadanos reflexivos y comprometidos, la única forma de lograrlo es por medio de la lectura y de la escritura, para que se pueda entender la realidad que cada día es más compleja.
Alegra saber que hay en nuestras escuelas algunos docentes inquietos, que ven en la falta de lectura una preocupación, y que trasmiten el hábito de lectura a los chicos. Pero intranquiliza que en muchas áreas curriculares de esas mismas escuelas, ese espacio no sea para el docente la gran ocasión de motivar la experiencia de leer en los chicos.
Debemos entender que preocuparse por la lectura es estar atento a que esta práctica cultural tenga un lugar entre las tareas escolares y también en lo familiar.
Propiciar encuentros atractivos entre los chicos y los libros, es innovar en términos didácticos la búsqueda de nuevas maneras de poner la lectura a disposición de todos.
Que las bibliotecas escolares dispongan del material necesario es una responsabilidad de las autoridades educativas de la provincia.
Los docentes deben ser lectores y formadores de lectores, porque es una práctica cultural que se comparte, que atraviesa a la escuela y la excede, es una poderosa herramienta para el encuentro entre la escuela y la comunidad. Cuando uno habla con ellos, todos coinciden que la lectura y escritura despliega dispositivos de conocimientos que hacen que ese hecho sea incomparable y que tenga importantes consecuencias para la comprensión del chico. Estas aptitudes son las que hay que poner en juego, que obliguen al chico a introducirse en el texto mismo para hacerlo propio.
Desde la política educativa provincial y las comunidades educativas se debería trabajar específicamente en llevar a los chicos nuevamente a la lectura. Los maestros deben volver a tener en cuenta que leer y escribir cobra sentido en la vida del chico que están formando, cuando lo hacen con un propósito determinado, utilizando diferentes estrategias que deben ser aprendidas a lo largo de toda la escolaridad. Deben trabajar para que el alumno recupere el placer por la lectura.