Los afectados también solicitaron el cese inmediato de la contaminación ambiental y la colocación del equipamiento decantador de los residuos líquidos. El derrame afecta a la tierra de los patios de los hogares, por que incluyeron en la demanda el recambio de la tierra dañada.
Paralelamente, buscan que ALL construya un muro de tres metros de alto que cubra todo el perímetro del barrio Sofanor Suárez del lado en el que linda con los talleres del ferrocarril.
Esta es la segunda demanda que entablan los vecinos contra la misma firma, a la que se encuentran enfrentados desde hace nueve años, sin ningún resultado favorable hasta el momento. Ahora esperarán que la demanda siga su curso en la Justicia civil, puesto que la anterior, presentada por los mismos vecinos ante la Justicia Federal, no avanzó. En esta oportunidad, las familias son representadas por el abogado Ricardo Tarnowski.
La contaminación ambiental ya fue constatada por los análisis realizados en la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Misiones (muestras y estudios realizados en febrero de 2001 acreditaron la presencia de «residuos de compuesto fenólico e hidrocarburos pesados en el cauce») y confirmada por los peritos del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables.
Pese a las intimidaciones formales de Ecología y de la Municipalidad de Garupá (que ordenó la instalación de una cámara para la depuración de los líquidos), la situación no habría variado en los últimos años.
Consecuencias en la salud
En el barrio Sofanor Suárez viven 70 familias, aunque las más afectadas por la contaminación son 36 que habitan la última fila de viviendas que lindan con el taller de América Latina Logística. La lucha de las familias comenzó hace nueve años, cuando la firma inició sus actividades en el taller donde se reparan y acondicionan los trenes de carga.
Desde entonces, los afectados acumularon documentación sobre los efectos que aseguran que causa el derrame en la salud de los habitantes del barrio. «Los chicos sufren cefaleas, náuseas, vómitos, irritaciones en la piel y en las vías respiratorias», indica una parte del texto de la demanda. Es más, según señalaron, «tenemos los certificados médicos de estos nueve años».
Además de los supuestos efectos nocivos sobre la salud, los vecinos señalaron que la tierra de los patios está impermeabilizada por los aceites que larga el taller, lo que hace que el olor sea insoportable. «El aceite y los combustibles afectan también a los pozos ciegos, que reciben la descarga de las cámaras sépticas y, por estar impermeabilizados, no pueden filtrar los líquidos. Como resultado, la materia fecal sale a la superficie e inunda los patios», aseguran.