El episodio ocurrió alrededor de las 19 cuando el oficial Raúl Zabala, que se encontraba de guardia, observó que un joven, con una gorra que le tapaba los ojos, ingresó en silencio por la puerta giratoria de vidrio. Se quedó parado e inmóvil sin contestar la pregunta del funcionario. El efectivo, casado y padre de seis hijos, se acercó y advirtió por el reflejo de la puerta de vidrio que el individuo escondía su mano, que ocultaba detrás de la espalda un elemento metálico. Zabala, que hace nueve años salvó milagrosamente su vida cuando prestando servicios de adicional en una estación de servicios un ladrón le gatilló en la sien y el tiro no salió, se abalanzó sobre el desconocido y logró quitarle el elemento, que en ese mismo instante descubrió que era una granada.
El ahora prófugo empujó al oficial y perdió el artefacto explosivo. Aunque cuando lo vio rodar advirtió que se encontraba encintado y no había peligro de que explotara. La dejó sobre su escritorio, llamó al Comando y salió detrás del individuo, que escapó por calle Urquiza de contramano.
El jefe de Policía, Roberto Massuh, señaló que el artefacto, de origen español, “no tendría carga, por lo que no hubo peligro de estallido” y calificó lo sucedido como “muy extraño”. El titular de la fuerza provincial valoró la actitud del uniformado e indicó que en el marco de la investigación, personal policial se encuentra abocado a realizar un identikit del joven, que tendría entre 20 y 25 años para poder localizarlo. Por otra parte, Massuh manifestó que personal de Bomberos Zapadores está en la tarea de establecer con certeza si la granada estaba en condiciones de estallar.