“Eran unos soles”, “tan buenitas que son”, “lo que es la mente humana, para qué hacer eso…” son algunas de las frases que se caían de las conversaciones entre los presentes mientras miraban al piso del cementerio de nuestra ciudad, tal vez esperando encontrar en ese corto camino algún aliciente para tan aberrante episodio.
En el cementerio también se encontraban trabajando efectivos de la policía de la provincia, evitando posibles roces entre familiares del padre y de la madre, pues durante el velatorio de las nenas la situación se había tornado tensa cuando llegaron al lugar familiares de Maidana.
Una vez que el cortejo llegó al sitio donde descansarían Juliana y Candela, la gente rodeó el lugar. La madre de las pequeñas y una de sus abuelas se abrazaron desconsoladas a los pequeños féretros.