Los hechos que hoy se juzgan sucedieron cuando los gremialistas intentaron que los empleados que quedaron dentro del edificio del CGE y no podían salir, ya que quedaron virtualmente “detenidos, secuestrados” por el cordón policial, pudieran participar de la movilización. Ante eso, “la Policía se replegó y comenzó a cometer una serie de desmanes, como eran las agresiones verbales continuas, y en ese marco se produjo la rotura del vidrio”, evocó Skidelsky, y agregó: “Evidentemente había algún tipo de orden de que a algunos dirigentes tenían que rodarles las cabezas, y nos tocó al compañero Cabello y a mí”.
El juicio
Tres años más tarde, y en otro contexto social, Skidelsky y Cabello enfrentarán, hoy a las 9 en el Juzgado Correccional Nº 2, a cargo del juez Daniel Malatesta, el inicio del juicio, acusados de daño calificado a la propiedad del Estado.
El militante gremial recordó que “Argachá hizo la denuncia, que tomó la entonces jueza de Instrucción Susana Medina de Rizzo, quien en una primera instancia nos absolvió de culpa y cargo y posteriormente elevó esto a juicio y libró el procesamiento”.
Skidelsky trajo al presente el contexto en que sucedieron los hechos que hoy son juzgados: “Lamentablemente tenemos que acordarnos de lo que sucedió hace cuatro años, en el gobierno del doctor Montiel, donde lo único que existía eran la intolerancia de él y sus ministros a todo reclamo social, reclamos que se intentaron realizar por todos los canales normales del diálogo, con la respuesta de haber cerrado Casa de Gobierno y todos los caminos que pensamos eran los viables para poner sobre el tapete los problemas sociales y de trabajo que había en ese momento”.
De aquellos años, Skidelsky destacó: “Sabíamos que lo único que quedaba era luchar por lo que creíamos justo”, y enumeró que “teníamos atrasos salariales de tres meses, y no había salud ni educación. Teníamos gente que venía y pedía en cualquier lado que se le consiguiera comida”.
Judicialización de la protesta
“Éste fue un mecanismo que se llevó adelante para judicializar cada hecho social impulsado por el sector trabajador. Sin discriminar la índole del reclamo ni quién lo hacía, eran llevados a Tribunales”. Opinó que “era una manera de amedrentar cualquier tipo de protesta”.
Por la magnitud de las movilizaciones y por lo que estaba en discusión, Skidelsky recordó: “Tratábamos de que no se llegara a roces o choques con la Policía, que muchas veces era inevitable por el avance de ellos”, y destacó: “Sabíamos que estábamos expuestos a que cualquiera de nosotros figurara en cualquier cuestión judicial”.
Un párrafo aparte merecieron los bonos federales: “En ese contexto se instalaron los famosos bofes, que fueron un engaña pichanga para hacernos creer que era la única forma de salvación que tenía la Provincia”. Skidelsky finalizó diciendo que “esa sucesión de cuestiones tuvo un broche final con tres muertes y la triste aparición del recordado Enrique Carbó felicitando el accionar de la Policía en aquel momento”, en referencia a los sucesos de diciembre de 2001.
En solidaridad con Skidelsky y Cabello, en ATE (Colón 59 de Paraná) se congregará el cuerpo de delegados para acompañarlos hasta Tribunales. Además, recibieron el apoyo de la Asociación del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) y organismos de derechos humanos.