Los policía Orlando Barrios, Miguel Jiménez y Jose Darío Leiva fueron condenados a prisión perpetua por: privación ilegítima abusiva de la libertad y torturas (caso Alem); y por privación ilegítima abusiva de la libertad, torturas (Rodríguez y Morales) y tortura seguida de muerte (Balbuena).
En cambio, al sargento Néstor González, la Sala Penal lo condenó a 10 años por: privación ilegítima de la liberta y torturas, absolviéndolo del delito de torturas seguida de muerte, acreditando los testimonios de otro policía que señaló que estaba durmiendo en la comisaría cuando Balbuena era arrojado al Ayuí y de las víctimas, quienes aseguraron que fueron tres los policías que los apalearon antes de arrojarlos al arroyo.
Una de las víctimas, Fabián Alem, aseguró al finalizar el juicio que: “se hizo Justicia, estamos conformes con el fallo, era lo que queríamos”. Eduardo Rodríguez, otro de los jóvenes torturados por los policías, coincidió con Alem al señalar que “se hizo Justicia”. “Por lo visto desde el principio, pensaba que iba a ver un buen fallo. Se veía un poco de luz a los casos anteriores”. El fallo dejó en claro que Morales y Balbuena eran amigos, Rodríguez no los conocía, y fue “levantado” porque pasó por el lugar donde estaban habían sido detenidos los otros dos. “Así fue, por ser testigos nomás de lo que le estaban haciendo a los otros pibes”, expresó.
Jáuregui valoró el fallo y aseguró que sentará precedente. “Es un fallo valiente, que señaliza un camino hacia el futuro, se han involucrado fuertemente las vocales en esta decisión, lo cual es ponderable. No esperábamos otra cosa quienes pretendemos que el poder judicial se convierta en garantía de la civilidad y de los derechos que tenemos quienes habitamos esta república”.
Para el letrado, la sentencia “es un grito al derecho a la vida, a la dignidad de las personas, que le pone coto al poder arbitrario del estado”. Lugo dijo: “yo entiendo que ya se está marcando un antes y un después. Hoy hay un amplio consenso social respecto de cambiar alguna herramientas, en la investigación, en la represión del delito”.
Por su parte, Marcela Aragón, hermana de Víctor Balbuena, manifestó su satisfacción ante el fallo. “Ellos sabrán como lo torturaron. Ahora descansa en paz, aunque mi hermano no se va a levantar de la tumba. Ahora creo en la Justicia”. La hermana estuvo presente en todas las audiencias, llevando la imagen de su hermano estampada en un buzo, y derramó lagrimas cuando los testigos o el forense describía de que manera había fallecido Balbuena.
En cuanto a la madre de Balbuena, Yolanda Aragón, también exteriorizó su beneplácito ante la lectura de la sentencia. “Estuvimos reunidos con Jáuregui allá en su casa y me dijo que tenga confianza, que todo iba a salir bien. Pienso que ellos tenían que pagar, no son todos malos pero lo que hicieron ellos ya fue demasiado. Estoy conforme, yo siempre confié en Dios. Ahora, el alma de mi hijo va a descansar en paz”. Aragón aseguró que se sentía “mal” en las audiencias porque allí se enteró de los padecimientos que sufrió Víctor antes de morir. “Fui y lo reconocí muerto pero no sabía como lo habían matado. Recién vine a escuchar todo ahí adentro”.
También estaban presentes las madres de algunos menores víctimas del “gatillo fácil”. “Queremos que se haga Justicia de una vez por todas por todos los chicos muertos por la policía. Mi hijo también fue muerto por la policía y no se hizo Justicia. Que se termine el gatillo fácil porque si no ellos matan como ellos quieren. Están mal acostumbrados a matar a todos”, dijo Gladis Beatriz Miño, madre de José González, un joven muerto por la Policía el año pasado.