La experiencia ya se está realizando en otras provincias donde funcionan como granjas o comunidades terapéuticas, “siempre manteniendo la seguridad de los internos”, indicó el letrado y agregó que ésta modalidad, sumada a los talleres, que actualmente tampoco están funcionando en las cárceles entrerrianas, pese al esfuerzo por reimpulsarlos, “permite que los internos trabajen la tierra y preparen sus propios alimentos”.
Concretamente, se trata de modificar las actuales edificaciones que resultan muy violentas para los internos. Sobre todo porque el fin último de la pena es la resocialización y hoy “no resolicializan a nadie”, admitió.
Un cambio hacia lo que sería “una comunidad terapéutica o granja, manteniendo la seguridad, permitirá una transformación del interno”, insistió el abogado.
Según precisó a esta Agencia, el informe y la propuesta fueron elevados al Secretario de Justicia, José Carlos Halle, con quien “estamos en conversaciones permanentes para lograr este cambio”.