Un patovica golpeó a dos hermanos que reclamaban la devolución de sus ropas

El incidente comenzó el domingo dentro del boliche bailable “Six”, ubicado en la intersección de calle Bolívar y avenida Rocamora, cuando los hermanos Mauro (21) y Gerardo (23) Vicens solicitaron a la encargada del guardarropas que les entregara los abrigos que habían depositado allí más temprano.

Por lo que cuenta Mauro, a las 7 de la mañana, cuando se iban a retirar del local, pasaron a buscar sus abrigos por el guardarropas y se encontraron con la negativa de la empleada. “Nos dijo que no nos podía dar la ropa porque no teníamos los números y si queríamos la misma teníamos que esperar hasta que no haya nadie en el boliche, algo increíble; mi hermano tenía que viajar ese día a Buenos Aires, donde estudia, y no podía esperar hasta que a ella se le antojara entregarle la ropa”, se lamentó el joven.

A partir de allí, los hermanos exigieron la presencia del dueño del boliche, y obtuvieron como respuesta “no se encuentra disponible y luego dijeron que ellos no estaban autorizados a llamarlo. Mi hermano se puso muy mal, levantó la voz y la chica nos pidió que bajaramos la voz porque iba a venir ‘el de seguridad’. No terminó de decir eso, que él ya estaba a nuestras espaldas”, relató.

Según Mauro, al golpeador lo llamarían “Charly”. “El empujó del hombro a mi hermano y le preguntó qué estaba pasando, que bajara la voz porque sino lo iba a reducir, a lo que mi hermano le respondió que no iba a bajar la voz porque estaba reclamando lo que era suyo; le dio la marca y todas las características de la campera y no se la querían dar. Ahí fue cuando lo redujeron, es decir lo tomó del cuello con toma de ahorque. Yo lo agarré a mi hermano y le grité ‘dejalo, que es hipertenso’ –si le hacen levantar la presión se me va-“, explicó Mauro.

A partir de allí, los golpes fueron para él. “Cuando lo agarré a mi hermano, me agarraron dos más a mí, por la espalda, uno haciéndome el ahorque y el otro tomándome de uno de los brazos. Cuando a Gerardo lo tienen reducido en el suelo, este patovica lo tomó del pelo, le dio vuelta la cara y lo golpeó a la altura del ojo derecho”.
El turno de Mauro fue cuando éste se encontraba contra la puerta de emergencia, al lado del guardarropa, “me tenían reducido, arrodillado en el piso, sin aire y sin habla y vino el patovica a pegarme con la mano abierta en la frente y en la nariz”.

Luego de la golpiza, “abrieron la puerta de emergencia y nos tiraron afuera, le rompieron el reloj a Gerardo; yo me salvé que me siguieran pegando porque logré enganchar la cabeza debajo del brazo de uno de los patovicas que me tenía de atrás”.
“Cuando nos sacaron afuera, dimos la vuelta, hacia la entrada, esperando que nos dieran la ropa. Salió el patovica Charly, le pregunté su nombre y apellido, y lo que hizo fue golpearme con el puño cerrado en la zona de la boca y la nariz, lo cual me provocó una hemorragia nasal, y me dijo ‘Ahí tenés mi nombre y mi apellido’, que a él nadie lo iba a tocar por más demanda que le hicieran”.

Según el testimonio de Mauro, la policía que se encontraba en la puerta del local “me dijeron que ellos no podían hacer nada. Uno de los oficiales, el señor mayor, se presentó después en policía y dijo que él había visto cuando el patovica me golpeó, lo cual quedó asentado; el otro en ningún momento dijo nada, es como que se lavó las manos”. La denuncia policial ingresó en el juzgado de Instrucción Nº1, o a cargo del juez subrogante Sergio Carboni.

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