La desocupación y el empleo en negro, consecuencias de la crisis económica más profunda de la historia, agravaron las penurias de los argentinos para acceder a una mínima cobertura sanitaria. El problema se agrava porque la mayoría de los hospitales atraviesa severos problemas de personal y provisión de insumos básicos, indica el trabajo de los expertos de ACAMI.
La población sin cobertura de salud de obra social sindical o plan médico privado viene creciendo en forma sostenida: en el Censo de 1991 alcanzaba al 36,9 por ciento, luego en el Censo 2001 -antes de la debacle total de la economía- ya se ubicaba en el 48,1, mientras que reportes privados y proyecciones de datos públicos la ubicarían ahora en torno del 55 por ciento.
En la Capital, el porcentaje de gente sin cobertura ronda el 30 por ciento, pero en la provincia de Buenos Aires ya supera el 50 y en muchas provincias el cuadro es aún más severo, ya que en Santiago del Estero, Formosa, Corrientes y Chaco acerca al 70 por ciento.
Para enfrentar la crisis, el Gobierno implementó distintos programas destinados a atender demandas específicas y urgentes de la población, como el Materno Infantil, el Plan Remediar y el Programa Nacional de Médicos para la Atención Primaria de la Salud, que se suman al lanzado Plan Federal de Salud.
Sin embargo, la implementación de estos programas «será difícil, ya que deberá sortear el escollo de las autonomías provinciales, que probablemente resistirán ceder sus prerrogativas en este sector», según consideró el titular de ACAMI, Tomás Sánchez de Bustamante.
La crisis en la atención médica por una estructura hospitalaria rebasada, que no da abasto para hacer frente a la superpoblación de pacientes cada vez más empobrecidos, es un fenómeno que se potencia especialmente en el conurbano bonaerense, donde viven 8,6 millones de personas, y en las provincias más pobres, pese a las políticas sanitarias puestas en marcha desde el 2002.
Para el profesor emérito de Medicina de la UBA Aquiles Roncoroni, «los hospitales públicos cuentan con un edificio, una estructura y un equipamiento sólo utilizados, de manera uniforme, una sexta parte del día en horario matutino, y luego sólo la guardia atiende las emergencias».
Estas conclusiones preliminares forman parte del proceso de «pauperización de la medicina» que será analizado en el VII Congreso Argentino de Salud que la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (ACAMI) realizará entre el 23 y el 24 de septiembre próximo en Mar del Plata. En este encuentro nacional también se discutirá el gasto en salud, el incremento de los insumos médicos, que se triplicaron tras la devaluación, y el alza en el precio de los medicamentos.
Durante este VII Congreso Argentino de Salud, que vuelve a salir al interior del país, se discutirán también las dificultades y trabas para alcanzar un sistema sanitario de calidad, entre las que se mencionarán en el marco legal actual, la denominada «litigiosidad indebida» que fomenta la industria del juicio contra los profesionales y los centros de atención.
También se discutirá un tema sobre el que viene advirtiendo el ministro de Salud, Ginés González García: en la Argentina hay muchos médicos que no están distribuidos en forma racional a lo largo y ancho del país, y su capacitación no es la mejor. Al respecto, Roncoroni alertó que «en el 50 por ciento de los casos, la universidad argentina diploma médicos que no cumplen requisitos básicos como la residencia», y advierte que en el país hay «un médico cada 300 personas -el doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud- y uno cada 95 personas en la Ciudad de Buenos Aires».
De acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Salud, en todo el país hay 108 mil médicos matriculados, una proporción que, a juicio de Roncoroni, es «económicamente inviable por ser muy superior a las necesidades nacionales».